Un radar escondido, agazapado en el arcén, echándole fotos al vehículo infractor en una larga línea recta, sin peligro aparente, en plena C-14, en dirección a La Selva del Camp. Es un ejemplo de detector de velocidad ubicado en un punto kilométrico en el que no hay peligrosidad. Y así sucede con buena parte de los 41 radares que este verano están instalados en carreteras de la provincia, lo que arroja una pregunta: ¿Tienen los radares una auténtica función preventiva para reducir la velocidad en los puntos negros o el sentido de su emplazamient
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