La publicidad actual puede resultarnos sexista –y lo es- pero hace medio siglo alcanzó sus máximas cotas de vejación para con la mujer. Paradójicamente, coincidió con las primeras oleadas de la llamada “liberación de la mujer”, el protofeminismo que empezaba a darse en los países occidentales que se subían al tren del “progreso”, con España varios vagones por detrás.
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