Doce reactores fueron cerrados de forma permanente 1987 a 1998 lo que ha permitido por primera vez estudios a largo plazo del impacto de un reactor nuclear sobre la salud de una población. El estudio muestra cómo el cierre de centrales nucleares, -que elimina las emisiones radiactivas y reduce las toxinas en el medio ambiente y en la cadena alimentaria-, está relacionado con descensos significativos a corto plazo en las muertes infantiles y los casos de cáncer en los aledaños de estas plantas. La disminución en niños de 0-4 años es del 25,0%.
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