Llevo tres días intentando dilucidar el porqué de esta ausencia total de inspiración. Llevo tres días diciéndole al vecino de abajo que si sería tan amable de bajar la mierda de programa de televisión a la que me tiene acostumbrado a la hora de comer, (no es que yo lo vea), es que lo oigo como un mantra continuo, es que lo tengo tatuado en mi oído interno. Las risotadas zafias del estúpido de turno, exprimiendo los minutos de fama que todos le hemos regalado por majo y por listo...
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