Hasta que un grupo de comerciantes, avariciosos representantes de la recién nacida burguesía, decidió aprovecharse de aquél halo legendario, de su popularidad, del inmenso amor que le profesaba el pueblo maribollo. Se ganaron al Orgullo Gay engañándole, prometiéndole mil victorias, convenciéndole de que su lucha estaba en realidad en la corte, integrándose, asimilándose, siendo uno más. Le juraron que eso era lo que su pueblo maribollo quería: ser como los tiranos que les habían oprimido.
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