De entrada, lo aviso: la anestesia no se vomita. Los agentes anestésicos pueden eliminarse por distintas vías: por ejemplo metabolizándolos en el hígado, excretándolos por el riñón o devolviéndolos inalterados en la respiración. Pero entonces, ¿por qué se suele decir que la anestesia “hay que vomitarla”? Lo que sucede es que el saber popular tiende a establecer curiosas relaciones causales: efectivamente, uno de cada cuatro pacientes vomitan en las horas siguientes a la anestesia general.
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