Si la mayoría de quienes se dedican al pensamiento en general y a la literatura en particular son hombres, (...) pocos, muy pocos tienen el peso y la importancia que llegó a adquirir Simone de Beauvoir (1908-86); la mejor representante del feminismo en el siglo XX rechazó la superstición católica a los 14 años y se declaró atea; abriría desde entonces su camino hacia una vida plena de sentido, tanto en lo que respecta a la lucha por la liberación de la mujer como por la conquista de otra sociedad en la que eso se pudiese dar.
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