Los reportajes periodísticos aluden con frecuencia al Vaticano como uno de los principales enclaves opacos como tantos otros, donde el secretismo impide rastrear los orígenes de los fondos financieros de que disponen o pasan por sus entidades; y algunos hechos justifican que se le preste atención. El virtual enclave romano forma parte de la eurozona sin estar integrado en la Unión. La opacidad de su sistema financiero propio y ciertos rasgos peculiares justifican su mención entre los paraísos fiscales europeos.
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