Durante la reunión del G-8 en L’Aquila, Luca Casarini, el que fuera uno de los referentes italianos de la antiglobalización analiza el parón de los movimientos frente a la derecha. Berlusconi es el primero entre los grandes del mundo en impulsar una nueva forma de gestión de la imagen del poder y de su escaparate. Ya no construye esta imagen sobre los fastos de la globalización sino sobre la idea de un poder que está entre la gente, los pobres, los desplazados, los que están sufriendo los efectos de la crisis.
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