Inicialmente, el Estado heleno debía cambiar bonos de inversores privados por otros de menor valor y así soltar un lastre de 100.000 millones de euros. Esta operación debía salvarla de la quiebra. A este canje adhirió, sin saberlo, el alemán Peter Moritz. Otros pensionistas como él, invirtieron en bonos soberanos griegos. Lo hicieron aconsejados por sus respectivos bancos pero luego descubrieron que sus ahorros se habían esfumado. "Estaban buscando a personas como yo. Mayores, retirados, con el pelo canoso, un poco locos y quizás a punto de ir
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