Lo bueno de internet es que cualquier idea, por peregrina que sea, está a disposición de un importante grueso de la población mundial en un solo click de ratón. Este hecho provoca que mucha gente con gran imaginación se lance alegremente al mundo del comercio online sin necesidad de calibrar riesgos ni afrontar créditos bancarios. Se me ocurre una burrada, la vendo en internet y, si suena la flauta, mejor que mejor. Éste es, seguramente, el caso que nos ocupa. Se trata, ni más ni menos, de unos sombreros para el pene.
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