La Policía australiana sorprendió a un niño de siete años conduciendo un coche porque su padre estaba demasiado ebrio para regresar a su casa, informaron medios locales. Los agentes detuvieron el vehículo a las tres de la madrugada por circular sin las luces encendidas. El padre, que estaba borracho sentado en el asiento del copiloto, fue sometido a una prueba de alcoholemia en la que triplicó el nivel permitido.
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