La edad, a menudo, transforma el fuego en placidez. Por tanto, no me sentí sorprendido (aunque la analogía pueda parecerle sacrílega a algunos) al descubrir que una criatura, cuyo nombre es hoy sinónimo de insipidez, había tenido una juventud más bien agitada. Mickey Mouse cumplió una respetable cincuentena de años el año pasado.
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