Ni la distancia, ni la diferencia horaria, ni el idioma fueron obstáculos suficientes para frenar lo que se venía gestando desde hace rato: el lanzamiento de una marca global de ropa producida por trabajadores costureros que lograron cortar sus vínculos con el trabajo esclavo. Los que dieron la puntada inicial fueron dos cooperativas, Dignity Return, de Tailandia, y La Alameda, de la Argentina, que tejieron una alianza hace dos años y ayer exhibieron su producto final en sendos desfiles, con imágenes de video transmitidas en vivo por Internet.
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