Pero en estas ocasiones gobiernan las emociones y las pasiones, no la razón. Y ahí quienes más tenemos que perder somos los “daltónicos” para los sentimientos nacionales, los que no dejamos de pensar que los países son una contingencia de la historia y no un a priori, los que creemos que el individuo y sus derechos están por encima de las tribus y que construimos nuestra identidad a partir de toda una pluralidad de rasgos sin absolutizar ninguno de ellos.
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