El lunes, siete directivos de la planta siderúrgica de Ilva en Taranto fueron detenidos por presuntos sobornos a técnicos y políticos para ocultar los graves vertidos tóxicos. En venganza, la empresa paró la producción y mandó a sus 5.000 empleados a casa. El martes, los trabajadores se encerraron en las instalaciones. Pero el miércoles, el tornado que azotó la ciudad centró su furia sobre la acerería, hiriendo a 20 trabajadores, derribando una chimenea y arrojando al mar una de las grúas. El operario que la manejaba está desaparecido.
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