Mano de Santo. Los que le pedían al certamen un poco de caña, un poco de diversión y un más de disparate se habrán quedado -por fin- satisfechos esta noche con la exhibición de Alex de la Iglesia y su Balada triste de trompeta. Desde los impresionantes títulos de crédito el de Bilbao ha regalado a una platea atónita un empujón de cine donde se atreve a meterle mano a todos los géneros sin ofender a ninguno.
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