Fue en diciembre de 2002 cuando el banco francés BNP que custodiaba la herencia notificó al Banco de Valencia, del que A.M. era cliente, que la cartera de valores heredada ascendía en torno a los 4 o 5 millones de euros. Sorprendido por la suma, el usuario pidió que se comprobara la veracidad del montante y, ante la confirmación del Banco de Valencia, decidió pedir un crédito.
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