La violencia desatada ha dejado en tres estados indios al menos 20 personas fallecidas, la mayoría cristianos, y decenas de iglesias gravemente dañadas, muchas de ellas quemadas. El distrito más afectado ha sido el de Kandhamal, donde miles de cristianos viven en campamentos levantados por el Gobierno porque sus casas han sido destruídas o tienen demasiado miedo para volver.
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