Mahamadou tenía dos años cuando fue abandonado en una calle de Nigeria. Era carne de cañón para las mafias que se dedican a traficar con menores con el objetivo de convertirles en trabajadores forzosos. Tuvo suerte, no como los 179 millones de pequeños que son forzados a trabajar de sol a sol, en las peores condiciones imaginables y por un salario exiguo, cuando lo tienen.
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