Si uno examina los resultados de las elecciones de ayer fijándose no en los escaños obtenidos, sino en el número de votos, descubre que estamos desde hace muchos años en las mismas, con sólo ligeras variaciones: el voto nacionalista vasco (o autodeterminista, si se prefiere) y el voto españolista (o constitucionalista, o nacionalista español: que cada cual lo llame como quiera) es casi fijo. Son vasos comunicantes. O incomunicantes, tal vez.
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