Pues bien, resulta que con 21 años y mi primer trabajo me metí en un crédito a 0% de interés (mi madre se convirtió en mi prestamista) para comprarme un coche y que con la fríolera de 22 años me había comprado una casa preciosa con vistas al mar. Parece que en la sociedad en la que vivimos no se puede vivir sin hacer grandes desembolsos, fundamentalmente en dos bienes: inmuebles y vehículos.
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