En 1995 nació el Pacto de Toledo para garantizar el sistema de pensiones de la seguridad social, sin embargo amparándose en la falacia de la insostenibilidad lo que ha sucedido es un asalto continuo a su misma concepción mediante la progresiva instauración de presiones políticas restrictivas de corte neoliberal como la adquisición de planes privados, el aumento de la edad de jubilación o la insistencia en la idea de que la seguridad social tiene que retroalimentarse sin poder acudir a otras partidas presupuestarias.
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