Marifé Antuña vive enfundada en una mascarilla porque sufre sensibilidad química ambiental, una enfermedad de la que solo se conocen dos casos en Asturias. Ella lucha para se reconozca su dolencia. Nada de perfumes, ni desodorantes o cremas en el cuerpo. Tampoco ropa que haya sido lavada con suavizante o que tan siquiera huela a detergente. Estos son algunos de los requisitos que el equipo de El Comercio tuvo que cumplir para poder hablar en persona con Marifé, una de las dos asturianas diagnosticada con sensibilidad química ambiental
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