A pesar de lo que muchos se afanan en divulgar, una vez más se demuestra científicamente que los videojuegos no son esas armas capaces de convertir a sus usuarios en máquinas violentas y desaprensivas. Y es que según un estudio de la Universidad de Texas A&M, los videojuegos violentos reducen la hostilidad del videojugador, lejos de aumentarla, como comúnmente podemos escuchar en un mar de desinformación.
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