Cada vez más divorciados, muchos trabajadores de otras regiones y algunos desahuciados. No pueden aguantar más la crisis y han optado por irse a vivir a un camping, donde se han convertido en los nuevos inquilinos. Es el caso de Jesús, madrileño de 48 años. Se acababa de separar, tenía que mantener a sus dos hijos, en su trabajo de comercial apenas consigue comisiones y se vio en la calle y sin techo, porque tampoco tenía ayuda de la familia. Un amigo le comentó la posibilidad de ir a un camping, y acabó en el de Getafe.
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