Mi propósito con este artículo no atraer nuevos minions hasta el redil del metal, cual pastor evangélico desatado que tiene poco en común con el tema que nos ocupa, sino explicar a quienes conozcan muy poco del género y por lo general no estén muy interesados el porqué de que sus amistades, familiares o conocidos de costumbres metaleiras se vuelvan tan locos con un tipo de música que, a priori, produce más dolor de cabeza que otra cosa. Tal vez, si consiguen llegar hasta el final del ¡¡¡¡ÉPICO!!!! artículo (¡ánimo!), entenderán un poco (...)
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