La historia señala a Akio como una de las grandes ballenas de Las Vegas, es decir uno de esos jugadores que jugaban (y perdían) mucho dinero. Por aquél entonces, el negocio de los casinos de Trump no estaba en auge y no andaba muy bien. Donald necesitaba flujo de efectivo y una «ballena» como Kashiwagi podía ayudar. Entonces, cuando Trump supo que era un jugador legendario en Japón, decidió invitarlo al Atlantic City.
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