Hay un elefante en la habitación del que la afición española no quiere hablar demasiado, pero no puede seguir pasando desapercibido. El año de Carlos Sainz en Williams está siendo malo, muy malo. Los resultados no acompañan, y la situación es tan desesperada que lo que parecía ser un paso atrás para saltar hacia adelante empieza a ser una amenaza para su futuro.
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No es malo, pero tampoco bueno. Uno más.