Pero entonces llegó Internet con sus insaciables huestes grises y sometió a todos los habitantes del reino de fantasía a la rapidez e inmediatez. Embaucados por un mundo virtual de luz y de color, no nos quedó otra que estar conectados, y fuimos obligados a saber lo que pasaba en cada momento y dónde estaban merendando todos nuestros conocidos.
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Chrome no inventó las pestañas en los navegadores, la persona que se describe en este articulo lo sabría.