Criticar se puede conjugar de diferentes maneras porque nadie escapa a esa tendencia que tan profundo ha calado en nuestra sociedad. De hecho, a veces ni siquiera conversamos, criticamos. En vez de aportar nuestras ideas, nos limitamos a criticar a los demás. El problema es que la crítica termina intoxicándonos, nos ahoga intelectualmente y provoca una enorme pobreza emocional.
Artículo muy inteligente y muy lúcido. Relacionado con ello, Stuart Mill decía que hay que aprender a escuchar a tu adversario: si aceptas que tiene razón habrás avanzado en tus conocimientos. Si consideras que no la tiene , te permitirá afianzarte en tu posición.
Pero en lo que concierne al planteamiento del artículo , centrado en aspectos psicológicos, si que me parece correcto dejar de tener una actitud negativa e hipercrítica de lo que nos rodea. Es positivo para nosotros mismos.
Comentarios
Todos los meneantes somos unos pobres emocionales.
#1 #2 Yo es que estoy aburrido de ser un pobre emocional
Pfff vaya mierda de artículo...
o de aburrimiento.
Esperanza Aguirre es pobre emocional?
Si criticar es signo de pobreza emocional, entonces no criticar a nada ni nadie es signo de riqueza emocional?
Es absurdo, el pensamiento crítico es la forma de salir del aborregamiento. ¿Qué tiene que ver con lo emocional? Otra cosa es ser una maruja o marujo.
Claro, porque mejorar y aceptar críticas constructivas cuando puedes seguir teniendo razón y votar negativo.
Lo inteligente es hacerse unas pajillas.
Artículo muy inteligente y muy lúcido. Relacionado con ello, Stuart Mill decía que hay que aprender a escuchar a tu adversario: si aceptas que tiene razón habrás avanzado en tus conocimientos. Si consideras que no la tiene , te permitirá afianzarte en tu posición.
Pero en lo que concierne al planteamiento del artículo , centrado en aspectos psicológicos, si que me parece correcto dejar de tener una actitud negativa e hipercrítica de lo que nos rodea. Es positivo para nosotros mismos.
O de estar hasta los cojones...
Pues vista la programación de la tv en España todos somos paupérrimos emocionales