Lo malo no es que te hagan una entrevista de trabajo a traición sin importar si en ese momento estás sentado en el trono, planchando, domesticando niños o intentando crearlos. Lo malo es que, al menos en el sector de la informática, se está rozando el surrealismo. Sueldos mínimos, jornadas de trabajo demenciales, y exigencias monumentales.
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