Con una sonrisa que iluminaba las pantallas y un peinado que se convirtió en obsesión nacional, Farrah Fawcett se erigió en una de las figuras más icónicas de las décadas de 1970 y 1980. Su imagen estaba en todas partes, desde las paredes de los dormitorios hasta las portadas de las revistas, y su presencia marcó un cambio en la forma de representar la belleza, el glamour y la fuerza en televisión.
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* Lo cierto es que me lo acabo de inventar, pero oye, suena hasta bien...