Cuando Arne Larsson supo que se iba a morir tenía 43 años y una deficiencia cardíaca. Se despidió de sus amigos con la tranquilidad de los que no dejan deudas, de sus hijos con la certeza de los que imprimen memorias y de su mujer con la sonrisa y probablemente la piel, desnuda. Y esperó que llegara la última de las tres horas de vida que le habían pronosticado. Pero no ocurrió
Es un milagro los avances en la ciencia de la salud. Me pilla muy de cerca saber como devuelven la vida a un ser humano. De tres años de existencia miserable a una larga tercera edad activa y de calidad. Chapó.
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Por que no paso por ningún hospital Español ...
Es un milagro los avances en la ciencia de la salud. Me pilla muy de cerca saber como devuelven la vida a un ser humano. De tres años de existencia miserable a una larga tercera edad activa y de calidad. Chapó.