Es precisamente en el momento más interesante de nuestra película o programa favorito cuando “muy oportunamente” las marcas deciden que ha llegado la hora de que les prestemos atención. Vaya, que sin previo aviso y sin anestesia nos insertan la pausa publicitaria. “Ay que ver que rabia”… Ya está otra vez la dichosa publicidad interrumpiendo la trama de nuestra apasionante película de domingo y atribuyéndose el mérito de ser más odiosa que el antagonista de la historia.
Comentarios
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Para gustos colores, según mi criterio hay muchíísimo mejores.