Umberto Eco cuenta en El nombre de la rosa que en una iglesia italiana veneran un pequeño cráneo que aseguran que es de San Juan Bautista cuando era niño.
Y de Santa Apolonia hay un montón de dientes. O la mujer era un tiburón o hay fraude jajajjajaja.
Y los 50 prepucios de Jesus. Todo es posible en el mundo de la mentira.
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Umberto Eco cuenta en El nombre de la rosa que en una iglesia italiana veneran un pequeño cráneo que aseguran que es de San Juan Bautista cuando era niño.
Y de Santa Apolonia hay un montón de dientes. O la mujer era un tiburón o hay fraude jajajjajaja.
Y los 50 prepucios de Jesus. Todo es posible en el mundo de la mentira.