Por eso, aunque suene a tópico, debemos seguir aprendiendo de creadores como Chicho Ibáñez Serrador. El mítico realizador de TVE lograba conquistar al espectador con sus guiones cerrados, con sus giros dramáticos atados y con sus milimetradas coreografías de planos, hasta cuando no tenía grande alardes escenográficos. Y es que simplemente tres cosas le podían bastar a Chicho para transmitir sensaciones en el público: un escenario vacío, un cantante con carisma y un público sentado en una grada.
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