No son manzanas podridas: son ladrones que arramplan con los manzanos comunes, pero se niegan a contribuir a su cultivo colectivo. Y aquí en Europa, la propia arquitectura económica de la UE promueve, en un marco de libertad de movimiento de capitales y sin armonización fiscal, regímenes fiscales dispares en su seno. Un sistema que propicia una devaluación fiscal permanente de la que se benefician tanto las élites de Holanda y Alemania como las de España o Italia. Así mismo, la UE cuenta con sus propias estructuras offshore y un entramado regulatorio cuyos desniveles, permisividades y estímulos en la sombra, potencian la evasión y elusión que de facto beneficia sólo a los grandes capitales, rentistas y familias más ricas, en perjuicio de las mayorías populares. El resultado es una Europa de millonarios a costa de millones de pobres.