@Ergo ¡Gracias!
A pesar de estas asombrosas cifras, las críticas al trabajo de Anton no fueron tan positivas. La mayoría se reían de las horrendas versiones que había grabado. Otros se tomaban el disco como una ofensa a los Iron Maiden y a la labor de Bruce Dickinson como vocalista. No obstante, hubo quien apoyó realmente el trabajo de Anton Maiden, y lo consideraba como la labor de un fan que había decidido rendir un particular tributo a su banda favorita.
Existe una anécdota que cuenta que una vez su sargento le castigó ordenándole talar árboles hasta que se le reventaran los brazos. Así que nuestro amiguito, al no recibir ningún tipo de especificación sobre el número de árboles a cortar, cortó 70 árboles en tres horas y media, hasta que un mando pasó por allí y, flipando en colores, le pidió que parara por Dios.
Si en toda relación humana que se precie, la buena comprensión es esencial, en toda comedia negra que se precie, lo esencial es el malentendido. El maletín cambiado en Ocho cabezas, la identidad errónea en El hombre que no sabía nada, la compasión equivocada en Arsénico por compasión, pero en todos los casos vemos a alguien que sufre una confusión y deriva de ello un terrible enredo. Tira a mamá del tren es un ejemplo de libro. Owen y Larry viven torturados por alguien que les ha robado más que una posesión física, les ha robado toda su vida.
Espera, espera, espera un momentito… ¿Otro maldito TOP anodino en el que me van a desgranar los cinco libros de terror de siempre, escrito por un iluminado cuyo hype vuela tan alto que, si cayera, haría un cráter del tamaño del Golfo de México? ¿En serio? Pues… Sí, hijos míos. No se os escapa una. Sin embargo, debo alegar en mi defensa que este que os escribe, a veces, sabe de lo que habla. Tengo una novela publicada en Amazon desde 2013 que toca el tema, y ha sido de las más descargadas dentro del apartado Los libros menos vendidos de...
-Oye, ¿sabes por qué a Tom, cada vez que manda un mail, su firma se le cambia por "Un salido: Tom Pollaloca, machirulo de mierda con el cerebro lleno de serrín trufado con cagadas de mono"?
El otro día tuve ocasión de comprobar en carne propia que a veces los tópicos se ajustan a la más absoluta realidad. Al menos, en lo que a los gallegos se refiere. Me encontraba en Santiago de Compostela, alojado en el hotel donde lo hago cada vez que viajo allí, situado en un buen lugar de la plaza del Obradoiro, junto a la catedral. Se acercaba la hora de comer, así que cogí un paraguas y...
Nos encontramos ante una película del tipo "historia de historias", en la que un hilo conductor (en este caso el gato General), nos conduce a través de varias narraciones independientes una de otra. Se trata de un esquema que ya hemos visto en cintas más actuales como la celebrada Cuatro Habitaciones, en la que el botones encarnado por Tim Roth era el hilo que servía para conectar las historias. Aquí no estamos frente a una cinta tan redonda como la citada, pero sí es meritoria y digna de los ochenta, época en la que se rodó. Se trata de...
Como pagas eres el rey, vale, pero no un tirano. No te sulfures, ni digas aquello de “usted no sabe con quién está hablando”. Probablemente no, no lo sabe, pero tampoco le importa, ni es la cuestión. Pagar la factura no nos da derecho a maltratar al personal que nos atiende. Recuerda que son profesionales, igual que tú, que están haciendo su trabajo. Trátalos con respeto y educación. Si surge un problema házselo saber de buenas maneras y con discreción. ¿Es que en tu diccionario personal no existen las palabras por favor, gracias, de nada?
¿Y si el cartelismo cinematográfico español se hubiese visto influenciado decisivamente por el estilo soviético? El motivo: el primer centenario de la Revolución Rusa. Hoy en día los carteles de cine no tienen categoría de arte. Han dejado de ser objetos deseados de coleccionistas para convertirse en simples elementos de mercadotecnia. Sin embargo, durante la década de los años veinte del siglo pasado y gracias al optimismo posterior a la revolución bolchevique, en la URSS la cartelería...
Rafael y Ángels. Dos nombres que en realidad son uno solo: Ralph Barby, autor extraordinario que durante más de medio siglo ha publicado cerca de mil novelas del género popular y calculan vendido alrededor de 18 millones de ejemplares. Libros de a duro, con los que edificaron no solo esta casa sino su vida entera.
Mucho antes de ser domesticadas por el hombre, hace unos 60 millones de años, las higueras silvestres y una familia de avispas diminutas, establecieron una íntima relación de mutua dependencia, en la que la higuera ofrecía un sitio inmejorable a la avispa para sacar adelante a su descendencia a cambio de que le ayudara con la polinización de sus flores. Si, la higuera tiene flores, las tiene metidas en un saco llamado sicono que acabará convirtiéndose en lo que todos conocemos como higo...
Me vais a permitir, queridos feligreses, realizar una pequeña lectura para motivaros y explicaros la necesidad de que vuestra caridad sea más acorde a las necesidades actuales...
No es la primera (ni será la última) vez que el cine se deja seducir por la sórdida vida de un asesino en serie. En concreto, el nombre completo de nuestro protagonista es Henry Lee Lucas, autor confeso de más de trescientos asesinatos, aunque se le consideró sospechoso de más de novecientos. Las mujeres, en especial aquéllas que ejercían la prostitución callejera, eran sus víctimas favoritas. Siguiéndole a través de la narración cinematográfica, vemos su maltratada infancia que hizo de él un psicópata. Su madre, prostituta de profesión...
El famoso letrero de "Hollywood" está en las colinas gracias a Hugh Hefner, que lo salvó en dos ocasiones: la primera, restaurándolo en 1970; la segunda, comprándolo en una subasta.
-Pues vienes igual de blanco nuclear que siempre... -¿Estás de broma? ¡Pero si me tengo que poner factor 50 para abrir la puerta del frigorífico por la luz interior esa!
¿Y si los Terminator los fabricase... Microsoft? —Hola, soy Skynet y estoy buscando a John Connor para matarl... estooooooo, para ayudarle a escribir una carta. Su testamento, de hecho.
Según informa 'The Guardian', la niña de 12 años se encontraba en clase cuando varios compañeros la avisaron de que tenía una mancha de sangre en la ropa. La chica acudió a la profesora para que la ayudara. Sin embargo, esta decidió humillarla delante de toda la clase pidiéndole que enseñara la mancha al resto de compañeros.
Un buen señor con todas sus buenas intenciones se inventó, tras mucho pensar sentado en el retrete, que el cuerpo tiene una esencia espiritual (ya empezamos) que se podía manipular con imanes (el equivalente antediluviano a la física cuántica en el vocabulario de los magufos). Tal esencia iba por el sistema nervioso porque... por ahí mismo y queda más bonito que decir “por el intestino delgado”. Así que pensó que las enfermedades se producían por bloqueos de energía en la columna vertebral. A mí no me miréis.
Cuenta la leyenda que hace muchos siglos, un joven de la familia imperial China se preparaba para ser monje y deseaba meditar tantas horas al día como le fuese posible, privándose del sueño. Desde que anochecía hasta el amanecer, permanecía despierto en su meditación. Una noche el sueño le rindió y, al llegar el amanecer, se dio cuenta que se había dormido. En su desesperación por haber faltado a sus deberes, se arrancó los párpados para no volver a cerrar accidentalmente los ojos, y los arrojó al jardín. Allí donde cayeron los párpados del atribulado joven, crecieron dos árboles, con cuyas hojas podía prepararse una bebida que ayudaba a mantenerse despierto y aclaraba los pensamientos.Otra leyenda nos cuenta que un poblado chino vivía bajo las órdenes de un mandarín despótico que confiscaba todas las cosechas y los animales sacrificados y no permitía a sus súbditos más que una dieta muy pobre, pero lo que no sabía el mandarín es que cerca del poblado, los habitantes del mismo habían ocultado un gallinero, a donde iban de noche para recoger huevos. Al enterarse de esto el mandarín, soltó serpientes en el gallinero para que acabasen con los huevos. Los campesinos se creyeron abandonados por los dioses cuando vieron que sus adoradas gallinas ya no ponían, de modo que apostaron espías y descubrieron a las serpientes. Para librarse de ellas, camuflaron piedras en los nidales. Pero cuando las serpientes se comieron las piedras, salieron del gallinero, treparon a un árbol concreto y se comieron sus hojas. Las serpientes no murieron y lograron digerir las piedras, con lo que los campesinos llegaron a la conclusión de que ese árbol era medicinal, y de inmediato lo comunicaron al mandarín quien, vista la generosidad de sus súbditos al compartir con él tan valioso secreto de la Naturaleza, permitió un reparto más equitativo de la agricultura y ganadería.Finalmente, otra leyenda nos dice que un par de valientes guerreros galos salvaron de unos piratas el cargamento de un mercader fenicio, y este les obsequió con un saquito de hierbas orientales que más tarde usaron para dar valor a una pequeña aldea de las tierras bretonas, de modo que pudieran enfrentarse a las legiones del César… sea como sea, esas hierbas son el té, y llevan consumiéndose más o menos, desde el año 2.500 antes de Cristo, primero en China, más tarde en Japón, después en la India, de allí pasó a Turquía y Arabia, al antiguo Al-ándalus, y con el tiempo, a todo el mundo, pero hoy nos vamos a ocupar sobre todo de su consumo en tierras orientales.El té se divide en té blanco (de precio más elevado porque se trata de las yemas y no de las hojas; es el que tiene más antioxidantes y su sabor es el más delicado, quizás hasta algo anodino), el té verde (o semifermentado, es el que más se consume en los países orientales en general), té negro (fermentado, el que más se consume en Occidente y el que tiene más teína, que es el excitante del té) y té rojo (fermentado mediante un trabajo especial desconocido. De veras. En Yunna, China, la región de la cual procede, se considera secreto de estado el proceso de fermentación de éste té).Dos milenios antes de Cristo, en China ya se conocía el té como infusión sobre todo medicinal, usada para ayudar en las digestiones, entrar en calor, y también como bálsamo para la piel, además de masticar las hojas sin infusionarlas, para purificar el aliento. Más o menos en torno al año 1000-1500 a.C., el té empezó a beberse simplemente por placer, si bien era un lujo que sólo podían permitirse los emperadores y las familias más ricas. Durante las dinastías Sui y Tang (desde el año 500 hasta el 907 d. C.), la época más próspera de la antigua China, el proceso de té se perfeccionó mucho; antes, simplemente se recolectaban las hojas y se hervían sin fermentar, aunque también se machacaban para hacer con ellas tortas y se mezclaban con jengibre o naranja. A partir de esa época, las hojas de té empiezan a fermentarse o marchitarse (bien dejándolas al sol, bien acelerando el proceso mediante golpes de vapor) para eliminar el amargor de las mismas. Para además añadirles dulzor, las hojas de té fermentadas se machacaban y se mezclaban con zumo de ciruelas hasta conseguir una masa compacta que se cortaba en pastillas y se dejaba secar. Para hacer una infusión, desmenuzaban la pastilla y hervían el polvo.También durante ésta época empezaron a aparecer los tratados de té, siendo el más famoso “El libro clásico del té”, escrito por Lu Yu, a quien en China se conoce como “el santo del té”.En China, se da mucha importancia al entorno en que tomamos el té, así como a todos los utensilios, ¡démonos cuenta que se trató de una cultura que exigía tazas de cerámica azul porque le daban al té un precioso color verde parecido al del jade…! Según la cultura china, el té debe tomarse en un sitio donde estemos a gusto y podamos disfrutar de la infusión con calma, mejor si tenemos algún tipo de contacto con la naturaleza. La taza es preferible que sea de cerámica, así como la tetera (se trata de un material que guarda muy bien el calor), y el ritual requiere que se sirva primero a los invitados de mayor edad, quienes serán los primeros en probarlo y dar o no su aprobación; cuando lo hagan, serviremos a los demás, siempre llenando hasta la mitad las tazas de todos los invitados, y después la otra mitad, de modo que todos tengan una infusión igual de cargada y calentita.Según la tradición china, el té se sorbe lenta y ruidosamente (nada de “glub”, es “slrrrrrrrrrrrrrrrrrrrups”. Sí, a mí también se me hace raro, pero es otra cultura), disfrutando de su sabor; la taza se sostiene entre el índice y el pulgar, y con el dedo corazón se aguanta la parte inferior de la misma (yo lo he intentado y he llegado a la conclusión de que, o los Chinos tienen las manos más grandes que yo, o las tazas más pequeñas que las mías, pero algo me estaba fallando).Conforme se abrió el comercio, la ruta de la seda y las caravanas que tardaban un año largo en ir y volver de los sitios, empezó a hacerse necesaria una forma de conservar el té por mucho tiempo; así nacieron los curiosos “ladrillos de té”. Se trataba de bloques de hojas de té trituradas y compactadas, que habían pasado por un proceso de deshidratación para hacerlas durar lo más posible. Estos ladrillos, con el tiempo, se fueron haciendo una garantía de riqueza y una moneda, de modo que, para mejorar su presencia y legitimar su calidad, se imprimían sobre ellos grabados sencillos acerca de su origen y su propietario (el dibujo de un árbol de té, una casa y el nombre de la familia eran los diseños más comunes). De ese modo, un rico mercader podía salir de su ciudad o su pueblo para comprar o hacer transacciones sin cargar con riquezas pesadas y tentadoras para los ladrones; cuando llegaba a su destino, hacía el cambio en té, bien dando a su acreedor el ladrillo entero o cortando una fracción del mismo, ¡el té se convirtió en una moneda de cambio, y su valor llegó a ser similar al de la seda o el oro! Hoy día, se pueden encontrar estos ladrillos o lingotes de té a manera de curiosidad, pero en su mayoría son objetos meramente decorativos; no pueden hervirse para ser bebidos.Sin duda en una de estas mismas transacciones comerciales, el té llegó también a Japón, y los japoneses muy pronto empezaron a beber aquélla infusionante delicia, a mezclarla con flores como el jazmín, y a acompañarla de dulces. En un pueblo de personas perfeccionistas y que gustan de dar a todo su estilo personal, no podía faltar su propia manera de hacer el té, y esta fue el té Matcha. Tomaron el té verde que ya existía, y lo hicieron, en sentido literal, polvo. Cultivaban el té con escasa luz durante su crecimiento a fin de que las hojas fuesen tiernas y lo menos amargas posible, y al recolectarlo y fermentarlo, le quitaban cuidadosamente todas las ramitas y venas ¡a cada hoja!, para después convertirlo en polvo. A la hora de hacer el té, tomamos este polvo en nuestra taza (a razón de un cuenquito y medio para cada taza. Se usa una cucharita de bambú para ello porque las de metal podrían alterar el sabor de la infusión) y dejamos caer sobre ella una pequeña cantidad de agua caliente, para enseguida mezclarlo con energía con el batidor de bambú hasta formar una crema espesa llamada Koicha. Después, podemos añadir el resto del agua caliente, y tomarlo. Hoy día, el Matcha es un té caro, pero se puede conseguir fácilmente y ya no sólo se usa para infusión, sino que se utiliza también en repostería para elaborar pasteles o helados con sabor a té.Aunque el Matcha es, por nombre, la variedad más conocida, no es ni remotamente la única. El Sencha, el Gyokuro, el Bancha o el Amacha son otras variedades de gran consumo en el País del Sol Naciente, y todos ellos tienen sus particularidades, sus beneficios, y sobre todo, su delicioso sabor. A pesar de que en España si pides un té todo el mundo parece pensar que es que te duele la tripa, lentamente ésta bebida va ganando adeptos, no sólo por sus propiedades terapéuticas, sino también por la razón más simple de todas, y es que está muy rico. Yo os digo “hasta luego” desde detrás de una taza de té verde con canela y vainilla, ¡kampai!(Si alguno sabe decirme a qué hace referencia ésta taza, se ha ganado que le dedique un relato de los míos).
Ji Lee es un diseñador coreano que creció en Brasil y actualmente está en Nueva York. Está convencido de que las ideas no son nada, pero las acciones lo son todo: esto le lleva a crear trabajos personales siempre más creativos, fascinantes y alimentados por la pasión.