Mucho antes de ser domesticadas por el hombre, hace unos 60 millones de años, las higueras silvestres y una familia de avispas diminutas, establecieron una íntima relación de mutua dependencia, en la que la higuera ofrecía un sitio inmejorable a la avispa para sacar adelante a su descendencia a cambio de que le ayudara con la polinización de sus flores. Si, la higuera tiene flores, las tiene metidas en un saco llamado sicono que acabará convirtiéndose en lo que todos conocemos como higo...
Me vais a permitir, queridos feligreses, realizar una pequeña lectura para motivaros y explicaros la necesidad de que vuestra caridad sea más acorde a las necesidades actuales...
No es la primera (ni será la última) vez que el cine se deja seducir por la sórdida vida de un asesino en serie. En concreto, el nombre completo de nuestro protagonista es Henry Lee Lucas, autor confeso de más de trescientos asesinatos, aunque se le consideró sospechoso de más de novecientos. Las mujeres, en especial aquéllas que ejercían la prostitución callejera, eran sus víctimas favoritas. Siguiéndole a través de la narración cinematográfica, vemos su maltratada infancia que hizo de él un psicópata. Su madre, prostituta de profesión...
El famoso letrero de "Hollywood" está en las colinas gracias a Hugh Hefner, que lo salvó en dos ocasiones: la primera, restaurándolo en 1970; la segunda, comprándolo en una subasta.
-Pues vienes igual de blanco nuclear que siempre... -¿Estás de broma? ¡Pero si me tengo que poner factor 50 para abrir la puerta del frigorífico por la luz interior esa!
¿Y si los Terminator los fabricase... Microsoft? —Hola, soy Skynet y estoy buscando a John Connor para matarl... estooooooo, para ayudarle a escribir una carta. Su testamento, de hecho.
Según informa 'The Guardian', la niña de 12 años se encontraba en clase cuando varios compañeros la avisaron de que tenía una mancha de sangre en la ropa. La chica acudió a la profesora para que la ayudara. Sin embargo, esta decidió humillarla delante de toda la clase pidiéndole que enseñara la mancha al resto de compañeros.
Un buen señor con todas sus buenas intenciones se inventó, tras mucho pensar sentado en el retrete, que el cuerpo tiene una esencia espiritual (ya empezamos) que se podía manipular con imanes (el equivalente antediluviano a la física cuántica en el vocabulario de los magufos). Tal esencia iba por el sistema nervioso porque... por ahí mismo y queda más bonito que decir “por el intestino delgado”. Así que pensó que las enfermedades se producían por bloqueos de energía en la columna vertebral. A mí no me miréis.
Cuenta la leyenda que hace muchos siglos, un joven de la familia imperial China se preparaba para ser monje y deseaba meditar tantas horas al día como le fuese posible, privándose del sueño. Desde que anochecía hasta el amanecer, permanecía despierto en su meditación. Una noche el sueño le rindió y, al llegar el amanecer, se dio cuenta que se había dormido. En su desesperación por haber faltado a sus deberes, se arrancó los párpados para no volver a cerrar accidentalmente los ojos, y los arrojó al jardín. Allí donde cayeron los párpados del atribulado joven, crecieron dos árboles, con cuyas hojas podía prepararse una bebida que ayudaba a mantenerse despierto y aclaraba los pensamientos.Otra leyenda nos cuenta que un poblado chino vivía bajo las órdenes de un mandarín despótico que confiscaba todas las cosechas y los animales sacrificados y no permitía a sus súbditos más que una dieta muy pobre, pero lo que no sabía el mandarín es que cerca del poblado, los habitantes del mismo habían ocultado un gallinero, a donde iban de noche para recoger huevos. Al enterarse de esto el mandarín, soltó serpientes en el gallinero para que acabasen con los huevos. Los campesinos se creyeron abandonados por los dioses cuando vieron que sus adoradas gallinas ya no ponían, de modo que apostaron espías y descubrieron a las serpientes. Para librarse de ellas, camuflaron piedras en los nidales. Pero cuando las serpientes se comieron las piedras, salieron del gallinero, treparon a un árbol concreto y se comieron sus hojas. Las serpientes no murieron y lograron digerir las piedras, con lo que los campesinos llegaron a la conclusión de que ese árbol era medicinal, y de inmediato lo comunicaron al mandarín quien, vista la generosidad de sus súbditos al compartir con él tan valioso secreto de la Naturaleza, permitió un reparto más equitativo de la agricultura y ganadería.Finalmente, otra leyenda nos dice que un par de valientes guerreros galos salvaron de unos piratas el cargamento de un mercader fenicio, y este les obsequió con un saquito de hierbas orientales que más tarde usaron para dar valor a una pequeña aldea de las tierras bretonas, de modo que pudieran enfrentarse a las legiones del César… sea como sea, esas hierbas son el té, y llevan consumiéndose más o menos, desde el año 2.500 antes de Cristo, primero en China, más tarde en Japón, después en la India, de allí pasó a Turquía y Arabia, al antiguo Al-ándalus, y con el tiempo, a todo el mundo, pero hoy nos vamos a ocupar sobre todo de su consumo en tierras orientales.El té se divide en té blanco (de precio más elevado porque se trata de las yemas y no de las hojas; es el que tiene más antioxidantes y su sabor es el más delicado, quizás hasta algo anodino), el té verde (o semifermentado, es el que más se consume en los países orientales en general), té negro (fermentado, el que más se consume en Occidente y el que tiene más teína, que es el excitante del té) y té rojo (fermentado mediante un trabajo especial desconocido. De veras. En Yunna, China, la región de la cual procede, se considera secreto de estado el proceso de fermentación de éste té).Dos milenios antes de Cristo, en China ya se conocía el té como infusión sobre todo medicinal, usada para ayudar en las digestiones, entrar en calor, y también como bálsamo para la piel, además de masticar las hojas sin infusionarlas, para purificar el aliento. Más o menos en torno al año 1000-1500 a.C., el té empezó a beberse simplemente por placer, si bien era un lujo que sólo podían permitirse los emperadores y las familias más ricas. Durante las dinastías Sui y Tang (desde el año 500 hasta el 907 d. C.), la época más próspera de la antigua China, el proceso de té se perfeccionó mucho; antes, simplemente se recolectaban las hojas y se hervían sin fermentar, aunque también se machacaban para hacer con ellas tortas y se mezclaban con jengibre o naranja. A partir de esa época, las hojas de té empiezan a fermentarse o marchitarse (bien dejándolas al sol, bien acelerando el proceso mediante golpes de vapor) para eliminar el amargor de las mismas. Para además añadirles dulzor, las hojas de té fermentadas se machacaban y se mezclaban con zumo de ciruelas hasta conseguir una masa compacta que se cortaba en pastillas y se dejaba secar. Para hacer una infusión, desmenuzaban la pastilla y hervían el polvo.También durante ésta época empezaron a aparecer los tratados de té, siendo el más famoso “El libro clásico del té”, escrito por Lu Yu, a quien en China se conoce como “el santo del té”.En China, se da mucha importancia al entorno en que tomamos el té, así como a todos los utensilios, ¡démonos cuenta que se trató de una cultura que exigía tazas de cerámica azul porque le daban al té un precioso color verde parecido al del jade…! Según la cultura china, el té debe tomarse en un sitio donde estemos a gusto y podamos disfrutar de la infusión con calma, mejor si tenemos algún tipo de contacto con la naturaleza. La taza es preferible que sea de cerámica, así como la tetera (se trata de un material que guarda muy bien el calor), y el ritual requiere que se sirva primero a los invitados de mayor edad, quienes serán los primeros en probarlo y dar o no su aprobación; cuando lo hagan, serviremos a los demás, siempre llenando hasta la mitad las tazas de todos los invitados, y después la otra mitad, de modo que todos tengan una infusión igual de cargada y calentita.Según la tradición china, el té se sorbe lenta y ruidosamente (nada de “glub”, es “slrrrrrrrrrrrrrrrrrrrups”. Sí, a mí también se me hace raro, pero es otra cultura), disfrutando de su sabor; la taza se sostiene entre el índice y el pulgar, y con el dedo corazón se aguanta la parte inferior de la misma (yo lo he intentado y he llegado a la conclusión de que, o los Chinos tienen las manos más grandes que yo, o las tazas más pequeñas que las mías, pero algo me estaba fallando).Conforme se abrió el comercio, la ruta de la seda y las caravanas que tardaban un año largo en ir y volver de los sitios, empezó a hacerse necesaria una forma de conservar el té por mucho tiempo; así nacieron los curiosos “ladrillos de té”. Se trataba de bloques de hojas de té trituradas y compactadas, que habían pasado por un proceso de deshidratación para hacerlas durar lo más posible. Estos ladrillos, con el tiempo, se fueron haciendo una garantía de riqueza y una moneda, de modo que, para mejorar su presencia y legitimar su calidad, se imprimían sobre ellos grabados sencillos acerca de su origen y su propietario (el dibujo de un árbol de té, una casa y el nombre de la familia eran los diseños más comunes). De ese modo, un rico mercader podía salir de su ciudad o su pueblo para comprar o hacer transacciones sin cargar con riquezas pesadas y tentadoras para los ladrones; cuando llegaba a su destino, hacía el cambio en té, bien dando a su acreedor el ladrillo entero o cortando una fracción del mismo, ¡el té se convirtió en una moneda de cambio, y su valor llegó a ser similar al de la seda o el oro! Hoy día, se pueden encontrar estos ladrillos o lingotes de té a manera de curiosidad, pero en su mayoría son objetos meramente decorativos; no pueden hervirse para ser bebidos.Sin duda en una de estas mismas transacciones comerciales, el té llegó también a Japón, y los japoneses muy pronto empezaron a beber aquélla infusionante delicia, a mezclarla con flores como el jazmín, y a acompañarla de dulces. En un pueblo de personas perfeccionistas y que gustan de dar a todo su estilo personal, no podía faltar su propia manera de hacer el té, y esta fue el té Matcha. Tomaron el té verde que ya existía, y lo hicieron, en sentido literal, polvo. Cultivaban el té con escasa luz durante su crecimiento a fin de que las hojas fuesen tiernas y lo menos amargas posible, y al recolectarlo y fermentarlo, le quitaban cuidadosamente todas las ramitas y venas ¡a cada hoja!, para después convertirlo en polvo. A la hora de hacer el té, tomamos este polvo en nuestra taza (a razón de un cuenquito y medio para cada taza. Se usa una cucharita de bambú para ello porque las de metal podrían alterar el sabor de la infusión) y dejamos caer sobre ella una pequeña cantidad de agua caliente, para enseguida mezclarlo con energía con el batidor de bambú hasta formar una crema espesa llamada Koicha. Después, podemos añadir el resto del agua caliente, y tomarlo. Hoy día, el Matcha es un té caro, pero se puede conseguir fácilmente y ya no sólo se usa para infusión, sino que se utiliza también en repostería para elaborar pasteles o helados con sabor a té.Aunque el Matcha es, por nombre, la variedad más conocida, no es ni remotamente la única. El Sencha, el Gyokuro, el Bancha o el Amacha son otras variedades de gran consumo en el País del Sol Naciente, y todos ellos tienen sus particularidades, sus beneficios, y sobre todo, su delicioso sabor. A pesar de que en España si pides un té todo el mundo parece pensar que es que te duele la tripa, lentamente ésta bebida va ganando adeptos, no sólo por sus propiedades terapéuticas, sino también por la razón más simple de todas, y es que está muy rico. Yo os digo “hasta luego” desde detrás de una taza de té verde con canela y vainilla, ¡kampai!(Si alguno sabe decirme a qué hace referencia ésta taza, se ha ganado que le dedique un relato de los míos).
Ji Lee es un diseñador coreano que creció en Brasil y actualmente está en Nueva York. Está convencido de que las ideas no son nada, pero las acciones lo son todo: esto le lleva a crear trabajos personales siempre más creativos, fascinantes y alimentados por la pasión.
"Siempre he sido una chica delgada. Desde que tengo memoria recuerdo que me han dicho que no tengo culo, tetas ni curvas. Lo único que pasa es que estoy delgada. Algunas personas no se dan cuenta del impacto de sus palabras e incluso llegan a pensar que llamarme 'delgada' es un piropo. Pero lo peor es cuando lo dicen con la intención de insultar. En todo momento, yo deseaba las curvas de las otras chicas...
Vida de familia. Las series televisivas y las producciones Disney nos han llevado a mundos en los que los problemas graves o las situaciones trágicas se resuelven siempre con una cariñosa charla de dos minutitos y una sonrisa. Aunque sea en clave de humor, todos sabemos que no es así y que tus padres se enfadarán y se lo tomarán muy a mal si llevas cuatro suspensos a casa, si te pescan fumando o algo similar. Pero quizá lo más sangrante de esas producciones, es que los padres siempre tienen una respuesta perfecta para todo y siempre saben...
Uno que muestra qué hay al otro extremo de haterismo, del funambilismo del odio: un casero cabreado que decide tomarse la justicia por su mano y que responde uno a uno a los comentarios negativos en TripAdvisor. El colmo de las evaluaciones, la horma de su zapato.
Encontramos el artículo, y la página afirmaba que lo podía entregar en menos de dos horas. Ante mi absoluta incredulidad, a pesar del tradicional retraso histórico de los grandes almacenes líderes en España con respecto al comercio electrónico y de algunas malas experiencias anteriores con ellos...
-Muy bien, todos en la página 60... Aún no hemos visto la página 60. ¿Puedes empezar a leer desde el inicio la página 60, Ella? -Profe, ¿en qué página estamos?
Con todos estos elementos, ya habréis comprendido que esta novela va a rebosar calidad por todos lados. Desde luego, no defrauda: es aburrida, mal construida, llena de tópicos, con un tratamiento de personajes rayano en la vergüenza ajena, una trama completamente alucinante e insostenible, que se alarga mucho más de lo debido y, además, con un cierto juego sucio y una resolución argumental lamentable.
“Se podrían crear turbulencias significativas en el estado actual de la situación jurídica y el sistema judicial de Arabia Saudita”, dice el analista político especializado en el Medio Oriente, Anthony Bochstein. “Si antes las mujeres tenían los mismos derechos que una silla o una mesa y eran vistas más como propiedad individual, ahora tienen un rango equivalente al de algunas especies animales, y por lo tanto deben recibir, por lo menos, la alimentación, agua y se le confiere una mínimo de atención y respeto, lo cual no era el caso...
Así, igual de patidifuso que vosotros, me quedé yo al inicio de la ponencia impartida por Antonio Altarriba en las Comic Tools. ¿Y sabéis una cosa? Al veterano autor no le faltaba razón. Los cómics no son lectura. No lo son. No son lectura desde un punto de vista literario, tradicional. Tal como apuntó Altarriba sacándonos a todos un suspiro de alivio, frente la comprensión lectora que se genera cuando te enfrascas ante cualquier texto escrito, los cómics exigen (y ofrecen) mucho más.
Esas vidas las habré compartido diez o doce veces con la mía, y siempre llego a su término con una sospechosa humedad en los ojos. Y cuando cierro el último tomo no puedo evitar hacerlo despacio, como quien corre la lápida de una tumba, con la misma melancolía que rodea los últimos momentos de mis amigos perdidos. Al fin y al cabo, con ellos muere también cada vez parte de uno mismo, del niño que alguna vez se fue.