A Pascal Bruckner (París, 1948) se le considera en Francia uno de los mejores ensayistas contemporáneos. Este filósofo y escritor de reputado prestigio lleva décadas analizando en una abundante colección libros realidades políticas de toda índole y, en muchos casos, de mucha actualidad. Su último volumen, Un coupable presque parfait (Ed. Grasset 2020) o “Un culpable casi perfecto”, se inscribe en una titánica tarea intelectual que le ocupa desde hace casi tres décadas. A saber, “rehabilitar el mundo Occidental”.
A partir del día 1 de abril está previsto que entre en vigor la nueva estructura tarifaria. Se trata de un cambio regulado por ley. Esto supondrá cambios en la factura de electricidad, tanto para contratos domésticos, pequeñas empresas y locales comerciales. Desaparecerán las actuales tarifas y habrá, como única opción, una tarifa con 3 tramos horarios. Se podrá, además, contratar potencia diferente para tramo valle y tramos superiores.
Se cumplen cien años del estreno de la obra de teatro que introdujo una nueva palabra significativa en nuestro mundo: ‘robot’. Se atribuye su nacimiento al escritor checo Karel Ĉapek en su obra R.U.R. (Rossum’s Universal Robots). Estrenada el 25 de enero de 1921 en el Teatro Nacional de lo que hoy es la República Checa, no solo dio un nombre a las máquinas cibernéticas que estaban comenzando a surgir, sino que también moldeó la percepción del ser humano sobre lo que es un robot y los peligros potenciales que presentan.
La Torre del Oro constituye, junto con la Giralda, uno de los símbolos más representativos de la capital hispalense. Este miércoles pasado ha cumplido 800 años como vigía de Sevilla y para celebrarlo hemos de homenajearla recordando su historia y algunas curiosidades de ella que a lo mejor no sabías.
Para analizar esta rentabilidad, el informe parte del hipotético caso en el que una persona de 50 años, con una vivienda en propiedad, decide que sus ahorros terminen o bien en un plan de pensiones o bien en la reforma de su vivienda. En el caso de Madrid, los beneficios netos acumulados en 30 años para un unifamiliar ascienden a 106.365€ frente al obtenido por un plan de pensiones 39.524,3€. En el caso de edificio residencial rehabilitado, los beneficios son de 58.642€ por vivienda, superiores a los generados en un plan de pensiones 8.860,2€
Cada año se producen un buen número de documentales en todo el mundo que suelen pasar desapercibidos para el gran público. No solo documentales independientes o producidos de forma amateur, sino también grandes películas documentales realizadas por cadenas de televisión o grandes productoras. Repaso por una serie de excelentes documentales poco conocidos que además puedes ver Online gratis, bien porque están actualmente en Dominio Público o bien porque sus creadores los han puesto a disposición del público de forma gratuita.
Vivía solo, sin perro que le ladrase, ni gato que le maullara, ni vecinos estridentes que estorbaran con lereles o chunda-chundas sus reposadas lecturas. Vivía solo porque le gustaba aquella clase de vida, aunque sabía muy bien que tanto aislamiento y tanta oportunidad de darle vueltas a las cosas no le convenía para nada a su carácter. En realidad, lo que no le convenía en absoluto era su carácter. Su caso era uno de los muchos ejemplos que pueden encontrarse cada día de que no es verdad, ni mucho menos, que las personas vayan desarrollando poco a poco las costumbres y los mecanismos de actuación que les exige el entorno para enfrentarse a los problemas habituales. A veces, por vete a saber qué errores o que extravíos de la naturaleza, lo que se acaba por desarrollar, ¡y de qué manera!, es el modo de tener cada vez más presentes los problemas y más lejos la solución. En el caso de Gonzalo, el mecanismo era particularmente eficiente para atraerle la clase de relaciones y amistades que sólo podían causarle disgustos y quebraderos de cabeza.Aquella noche, entre unas cosas y otras, se le habían hecho las once sin que encontrase momento para prepararse la cena: primero fue lo de Robles y luego aquella maldita llamada. Daba igual. El caso es que le habían quitado el apetito. De todos modos, en días menos atribulados que aquel 15 de noviembre, tampoco cenaba Gonzalo gran cosa fuera de una lonchas de embutido, un trozo de queso duro y alguna ocasional lata de conservas.Aquella noche la cena era lo de menos. Le daba igual si quedaban o no huevos en la nevera o si las salchichas estaban caducadas. Le daba igual absolutamente todo. Había llegado al extremo en todas las facetas de su vida: le tomaban el pelo en el trabajo, lo menospreciaba su jefe y le llamaba la mujer que le gustaba para decirle que no podría quedar con él, como habían acordado, porque se le había estropeado el vídeo y no podría grabar el capítulo de esa noche de vete a saber qué serie idiota.Había planeando al milímetro sus palabras y su actitud para la oportunidad de aquella noche y ella no sale porque se pierde el capítulo de una serie. El colmo. Aquello había sido el colmo.Después de pasear unos minutos por su habitación tratando de poner algún orden en la leonera de sus pensamientos, Gonzalo se sentó, cogió un folio y un bolígrafo y se dispuso a escribir.No había empezado aún cuando pensó que la ocasión requería algo más solemne, así que se levantó de nuevo, fue hasta el salón, cogió la pluma con punta de oro, abrió un frasco lacrado de tinta, llenó la pluma y se sentó de nuevo, listo, ahora sí, para escribir:Sr. Juez:Comprendo que estará hasta la coronilla de que todos los depresivos de la ciudad se dirijan a usted en circunstancias como esta. Comprendo también que en vez de esta clase de misivas preferiría recibir cartas de secretas admiradoras citándolo a usted a las diez en punto delante de la fuente de la Plaza del Grano. Pero ya ve: la vida es así y hay que aceptarla como viene o pedir un visado para el Otro Barrio en la embajada del Infierno, que es lo que me dispongo yo a hacer en cuanto acabe esta carta.Por cierto: debo confesarle que el arma que utilizaré no está legalizada; me la vendió por diez dólares un paramilitar serbio hace unos cuantos años durante un viaje por Europa, pero para cuando usted se presente por aquí dudo mucho que esté yo en condiciones de ser procesado por tenencia ilícita de armas.No sé si a los casos de suicidio siguen algún tipo de investigación, pero por si así fuera, quiero dejarle las cosas lo más claras posible para que no tenga que molestarse en indagaciones. Además, me repugna la idea de que alguien se dedique a escarbar en mis asuntos, incluso después de muerto. Los muertos también tienen su intimidad, pienso yo.Por tanto, para ahorrarle pesquisas y quebraderos de cabeza, le diré que no tengo más deudas de juego que una cena que le debo a un compañero de trabajo porque tampoco este año ascendió la Cultural. Como ve, mi vocación de suicida viene de lejos. Tampoco padezco ninguna enfermedad incurable distinta de la mala leche o la caspa, ni se trata tampoco de que me haya dejado mi novia. ¡Ojalá tuviera yo una novia que pudiera dejarme!Lo que ocurre es que soy feo. Feo con palio, esclavina, butafumeiro y monaguillos revestidos: feo de solemnidad. Por supuesto, a usted esto le parecerá una tontería sin importancia, pero usted nunca ha ido a una farmacia a comprar un par de cajas de preservativos para usarlos como globos en una despedida de soltero y le han advertido que caducan en el dos mil nueve; usted nunca ha tenido que escuchar cómo su vecina le dice al niño que se lo coma todo o vendrá el señor de arriba y se lo llevará.¡Oh, por supuesto! Usted dirá que el físico de una persona no lo es todo, que en realidad no se trata más que de un detalle circunstancial que no nos hace ni mejores personas, ni influye en nuestra valía, nuestra inteligencia o nuestra sensibilidad; me dirá que esas y no la apariencia física son las cualidades verdaderamente importantes, y yo, pobre hombre racional y lógico, le contestaré una vez más que sí, que tiene razón, como tantas veces he hecho ya cuando las personas a las que he confiado mi angustia recurrían a tan trillado razonamiento para animarme un poco. Le diré que tiene usted toda la razón, que es cierto que soy capaz de emocionarme con la música como seguramente no lo logra la mayoría de la gente, que leo y entiendo libros sólo accesibles para unos pocos, etc., etc., pero en el fondo de mí quedará la amargura del que se sabe injustamente condenado y es consciente, además, de que no hay tribunal al que apelar.El problema reside en que ser feo supone una insalvable barrera inicial que impide llegar a un punto donde eso no tendría ninguna importancia. Para mí, la vida sin amor es algo vacío, horrible, y la fealdad me ha reducido a la soledad igual que un secuestrador reduce al silencio a un niño. Yo puedo ser un gran hombre, pero para demostrárselo a una mujer antes he de conocerla. Ha de surgir la mutua simpatía, la conexión de caracteres, luego la amistad y de ahí se pasa al amor a través de la atracción física.Cuando se es feo es difícil conocer chicas que no te miren como una simple atracción circense. El día que, finalmente, te encuentras una que consciente e inconscientemente (¡ahí está el problema!) te considera humano, lo normal es que piense en ti como alguien que necesita ayuda, como una buena oportunidad de realizar su buena acción de la semana; en los rarísimos casos en que aparece una persona que ve en ti algo más que una oportunidad para desgravar purgatorio, el resto de los pasos, hasta la amistad, se dan sin ningún problema, pero al tratar de avanzar un poco más surge de nuevo el muro, alto, poderoso, para decirte que tu amiga, esa amiga que te ha costado las lágrimas de cien desilusiones y fracasos, nunca ha pensado en ti más que como un buen compañero de tertulia, porque es incapaz de sentir otra cosa.Es como si el mejor violinista del mundo estuviera postrado en una silla de ruedas y hubiera una docena de escalones para acceder al Teatro de la Ópera; ¿dejaría por eso de ser un genio? No, pero de nada le serviría, y tendría que pasarse la vida tocando el violín en la salita de su casa, soportando seguramente las quejas de algún vecino con sensibilidad de hormigonera.Y si además de feo eres pobre, o al menos no lo suficientemente rico como para entregarte a las manos de la cirugía estética, estás condenado a perpetuidad.En mi caso, lo más curioso es que cuando me miro a un espejo no veo mi cuerpo como algo más mío, más personal de lo que pueda ser mi abrigo, mi paraguas o mi reloj; ¿está acaso la esencia de mi yo en mis enorme orejas?, ¿lo está en mi larga y ganchuda nariz? No, no lo está. La esencia de mi yo está en el espíritu, si es que los feos tenemos espíritu, y el cuerpo no es más que el envase que lo contiene. Pero, ¿que haría el vino si en vez de embotellarlo en cristal lo envasaran en un material maloliente y todo el mundo lo juzgara olfateando el recipiente?, ¿puede el vino dejar de ver el mundo poblado de sombras sin escapar de ése infame encierro?, ¿puede escapar de él sin romperlo?No, no puede. La única salida es hacer añicos la botella para que su contenido pueda fluir libre, y mostrar, aunque sea sólo por un instante, su verdadero aroma. Puede usted tacharme de melodramático si lo desea, pero creo que más vale un final brillante que todo un languidecer miserable, entre las risas más o menos contenidas de un público demasiado vulgar para una tragedia y demasiado pretencioso para un sainete.Me siento como un vino de marca y de cosecha envasado por error en un cartón miserable y voy a acabar ahora mismo con esa situación.Respecto a mi lastimoso envase, se lo dejo a la Universidad, y como aquí no hay facultad de Medicina, se lo dejo a la de Veterinaria. A lo largo de mi vida todo el mundo me ha considerado un bicho raro y justo es que mi cuerpo tenga el fin de un bicho raro.En cuanto a las cuestiones que puedan surgir y que yo no haya previsto, quedo a lo que disponga la legislación ordinaria.Nada más. Con el deseo de que este caso no le haga trabajar demasiado, se despide atentamenteGonzalo PozueloDespués de firmarla, Gonzalo releyó tranquilamente la carta, la dobló, la introdujo en un sobre y la dejó sobre su escritorio; luego, fue hasta el cajón de su mesita de noche y sacó un revólver con cachas de nácar; lo abrió y comprobó que, como siempre, estaba cargado con tres balas.Sacó las balas de sus huecos y las volvió a colocar, dejando espacios entre ellas: no quería estar seguro de encontrarse con una bala a la primera. Quería que su decisión de quitarse la vida fuese una resolución meditada y no fruto de una casualidad o de un arranque. Quería tener la oportunidad de disparar dos veces si la fortuna así lo decidía, porque son muchos los que en un momento de coraje son capaces de apretar el gatillo una vez, pero no tantos los que se sienten capaces de repetir el gesto. Luego cerró el revólver e hizo girar el tambor. Nunca había ido al casino, pero el sonido le recordó de todos modos al de la bola saltando en los obstáculos de la ruleta.Amartilló el arma y respiró profundamente al tiempo que llevaba el cañón a la sien derecha. Estaba frío, terriblemente frío, como si no fuera un vulgar trozo de metal sino un ser maligno preparándose para adueñarse de una vida.La mano le temblaba cada vez más y corría el riesgo, el peor de todos, de acertar sólo a medias el disparo. Vio la carta sobre el escritorio y decidió bajar a echarla al correo: así ya no habría marcha atrás posible. Se llegó hasta la cocina para buscar un sello; los guardaba en un bote de mermelada, pero no recordaba en cual. Tardó unos minutos en encontrarlo y cuando lo hizo, lo pegó en el sobre con saña y sin cambiarse calzado bajó a la calle. El buzón se encontraba a sólo cincuenta metros de su portal, pero aún tuvo tiempo de mojarse: llevaba todo el día lloviendo y en ese momento comenzó a llover con más fuerza. Gonzalo pensó que lo último que el faltaba era coger un catarro, pero recordó que estaba a punto de matarse y pensó que sería una buena jugarreta para los virus, o los bacilos, o lo que fuera que acechaba para extenderse por su cuerpo y hacérselas pasar canutas durante unos días.Regresó a casa escuchando el blando chapoteo de sus zapatillas sobre la acera mojada, echó mano al bolsillo para comprobar que no se había olvidado las llaves y al encontrarlas dio un suspiro de alivio.Después de cambiarse de calzado volvió al salón y tratando de no pensar en nada, ni siquiera en el vivificante fresco de la calle, cogió de nuevo el revólver. Aunque no tuviera público que pudiese repetirla, buscó una frase que sirviera de despedida, pero no se le ocurrió ninguna acorde a las circunstancias. Cerró los ojos y se llevo el arma a la sien.El dedo le temblaba nervioso sobre el gatillo. Gonzalo pensó que lo mejor sería sentarse y lo hizo sin apartar la pistola de su cabeza. Pasaron unos segundos, luego sonó una gran detonación y acto seguido un golpe seco producido por el revólver al caer sobre el suelo de madera.Gonzalo miraba preocupado al techo, pensando en cómo explicaría aquel agujero al dueño de la casa. ——***—— I I Algunos han oído contar que aquella noche Gonzalo acabó suicidándose porque los vecinos, al escuchar el disparo, llamaron a la policía, y en cosa de unos minutos estaban a su puerta dos agentes, el casero, y el presidente de la comunidad. Así, al pensar en el tumulto que estaba a punto de formarse, en lo que dirían de él al día siguiente, y en la cantidad de explicaciones que tendría que dar, pensó que lo mejor era pegarse un tiro y no tardó en encontrar las fuerzas y la determinación que le habían faltado la primera vez.La historia no es mala, pero las cosas sucedieron de otro modo. Puedo asegurarlo porque soy amigo de Gonzalo y sé muy bien que no ha muerto. Se mudó de casa, sí, y como coincidió que se habló de un disparo (porque la cosa al fin se supo) con que no lo volvieron a ver por el barrio, no hubo quien desmintiese el infundio de que se había suicidado a la segunda.Todo podía haber terminado sin consecuencias, con una cucharada de yeso y tres brochazos de pintura blanca aplicados al techo, de no haber sido porque unos cuantos días después del suceso Gonzalo recibió una carta con membrete del juzgado.Como era habitual en él, había olvidado completamente la misiva que envió al juez en un momento tan malo como el de su intento de suicidio, y mientras ascendía a toda prisa por las escaleras, ansioso de abrir la carta, pasaron por su cabeza toda clase de ideas amenazantes. No ignoraba que el intento de suicidio era un delito y, aunque podía negarlo todo, prefería no tener que pasar por el enredo que sin duda era capaz organizar la maquinaria judicial. Y además estaba lo del revólver, que tampoco era para tomárselo a risa, así que no es extraño que casi se pusiera a temblar cuando pensó que podía haber despertado a las fieras de la justicia.Con manos inseguras abrió el sobre y comprobó, aliviado, que la carta había sido escrita en dos folios en blanco sin ningún membrete y la firmaba un tal Toribio Rodríguez, sin más añadidos de cargo o título. Eso, sin duda era buena señal, porque ni siquiera el juez más estricto, te mete un paquete a título personal.Después de mucho pedírselo, Gonzalo me hizo un día una fotocopia de la carta en cuestión, así que ahí va:Sr. Pozuelo:Ignoro si la depresión que a buen seguro padece ha menoscabado sus facultades mentales o si la carta que reposa ahora sobre mi mesa es producto de una discapacidad menos puntual. En cualquier caso, su tono y contenido han bastado para impulsarme a darle respuesta después de comprobar que, al fin y al cabo, no había usted llevado a término sus funestas intenciones. Es mi deber felicitarle por ello.Ciertamente, como su perspicacia adivina, estoy hasta la coronilla de que todos los depresivos de la ciudad me dirijan cartas como la suya; también los neuróticos, los neurasténicos y buena parte de los majaderos en general, pero le aseguro que incluso eso es mucho mejor que ser citado a la diez de la noche en la fuente Plaza del Grano por una anónima admiradora, sobre todo por la clase y calidad de las mujeres que suelen convertirse en secretas admiradoras de un juez de mi edad y condición.En cuanto al arma, haría usted bien en desprenderse de ella a la mayor brevedad, porque sabiendo de dónde salió no es difícil adivinar dónde irá a parar, contra usted o contra otro, y las consecuencias, negativas en cualquier caso, que de su utilización resultarán para su persona. No voy a decirle aquello de que las armas las carga el diablo: las cargan las personas, y por eso son aún más peligrosas.Para su información, y a título didáctico, me complace informarle de que en los casos en que se puede determinar fácilmente que una muerte ha sido voluntaria, la Administración de Justicia procura ahorrar el dinero de los contribuyentes omitiendo investigaciones posteriores. Cuando una persona ha decidido matarse, la Administración no siente curiosidad alguna por sus razones; si existe Dios, que el interesado se las cuente a Él, y si no existe, que se lo cuente a las chimeneas del crematorio. Por otro lado, no deja de extrañarme la repugnancia que dice usted sentir porque alguien se inmiscuya en sus asuntos cuando tan galanamente los airea. Si a usted le molesta más que alguien hurgue en el cajón en el que guarda sus calzoncillos que en los miedos de su espíritu, sus motivos tendrá y me reservo mi juicio sobre ellas.En lo que respecta a las razones que alegaba usted para su nunca consumado suicidio, le diré que, efectivamente, considero su autodeclarada fealdad un móvil de escasa sustancia, o al menos, de escasa sustancia si se valora aisladamente.Celebro que su sensibilidad le permita emocionarse con la música y que su cultura e inteligencia pongan a su alcance lecturas de alto nivel, pero observo, si me lo permite, que toda esa cultura y esa sensibilidad no le han bastado a usted para liberarse del peso que la opinión de los demás ejerce sobre su ánimo. Afirma usted que la vida sin amor es una vida vacía, una horrible desgracia, y a buen seguro debe de tener razón cuando se ama tan poco a sí mismo como para pretender matarse. Sin embargo, cuando describe la barrera que la fealdad supone, barrera que de sobra conozco, se olvida de su sensibilidad y de su inteligencia, esas mismas cualidades que más adelante encarece. Si fuera su talento tal como usted generosamente lo valora, a buen seguro hallaría usted la manera de saltar ese muro, y aun de utilizarlo como mecanismo defensivo. Pero, por lo que deja usted entrever en su carta, su problema reside en que enfoca sus deseos precisamente sobre aquello que no puede conseguir, defecto además de legítimo, común, pero defecto al fin y al cabo. Su problema, Señor Pozuelo, es que nació usted para guapo y no lo es; nació usted para rico y no lo es tampoco, y en vez de sacar partido de su supuesta inteligencia para ser primero rico y luego guapo, se entretiene en escribir majaderías y enviarlas al juzgado, distracción que por esta vez me parece bien porque también yo me distraigo, pero que sin duda le acarreará grandes complicaciones si comete la torpeza de repetirla en el futuro.Porque, señor mío, si el mejor violinista del mundo estuviera imposibilitado en una silla de ruedas y hubiera una docena de escalones para acceder al Teatro de la Ópera, esté usted seguro de que el violinista encontraría a quien le ayudara a franquear ese obstáculo, aunque sólo fuera por el placer de colaborar a la consumación de una gran obra. Sólo si el violinista fuera de la misma pasta y talante que usted se pasaría las horas tocando en el salón de su casa, entregado a la autocompasión y a la vagancia, si es que hay alguna diferencia de fondo entre estas dos llagas morales.En cuanto a su segundo ejemplo, a lo que sucedería si el vino, el mejor vino, estuviera encerrado en una botella maloliente y la gente lo juzgara olfateando la botella, no parece usted darse cuenta de que eso no redundaría más que en beneficio del vino, pues en tales circunstancias sólo podría acabar en la mesa de un verdadero entendido, de una persona que supiera saltarse las apariencias para llegar al fondo del producto. Siguiendo su analogía le recuerdo que, no en vano, muchos de los mejores quesos y todos los champiñones se producen en lugares pestilentes.De todo lo antedicho deduzco que sus penurias, que ni conozco ni me importan, provienen de su falta de talento, de su incapacidad para atraerse amistades que le convengan y de fiar todos su anhelos en la opinión de las mujeres, pues no alcanzo a comprender cómo le puede perjudicar su extremada fealdad en los ambientes masculinos.Concluyendo: a usted no le va mal porque sea feo; a usted le va mal porque es idiota.Sinceramente, demasiado inclusoToribio Rodríguez
Hacer cine, ver tu nombre en la gran pantalla, contar historias, hacer películas. Para algunos es un sueño, para otros, ni siquiera saben que eso es posible, y la mayoría no tiene opción, ya que es como un bicho que te pica y no te deja más nunca, se convierte en un estilo de vida y en tu misión de ser. Pero vale la pena estudiar cine?
Los griegos eran politeístas, lo cual quiere decir que tenían una gran cantidad de Dioses, que según sus creencias, eran los que regían la vida en la Tierra y fuera de ella.
Para muchos de nosotros esa sensación de tener que estar constantemente "conectados" se ha convertido en algo tan obvio que a menudo no nos detenemos a pensar dónde y cómo empezó. Suzman se remonta a hace diez mil años, con la revolución agrícola y el comienzo de la inseguridad alimentaria. En el caso de sequía o plagas, las granjas serían destruidas y se produciría una hambruna. Ese fue el comienzo de las nociones complementarias de escasez y productividad: nunca se puede tener suficiente, por lo que siempre se debe trabajar para producir más.
Transcripción literal de las declaraciones de Keith Gill al Comité de Investigación del Congreso de los Estados Unidos sobre el caso de GameStop.
‘Documentos TV’ aborda cómo la soledad, la incertidumbre y la desesperanza se intensifican en los confinamientos y aumentan el riesgo de suicidio. El estreno de esta semana muestra algunas de esas experiencias de sufrimiento, pero desde el lado de la esperanza, a través de voluntarios que ayudan a revertir las ideas de suicido. En Canadá, las autoridades sanitarias han puesto en marcha centros de ayuda, atendidos por personas con experiencias cercanas al suicidio, que brindan luz a quienes solo ven oscuridad. Programa del día 17-02-2021
La primera vez que leí algo de Russell fue la reflexión del inicio de sus Memorias, en el que sintetiza las tres razones por las que vivió. Desde ese momento, me di cuenta de que no era un humanista al uso, sino que, su obra era lo suficientemente original como para ser una fuente continua de inspiración. En concreto, La conquista de la felicidad actúa para mí como un refugio y siempre vuelvo a él cuando necesito un consejo.
La historia es conocida, pero no por ello desmerece recordarla. Ocurrió hace más de cuarenta años. Los Monty Python tenían ya cerrada una sátira sobre la vida de Jesucristo –en realidad, un tal Brian–, pero Bernart Delfont, que era el presidente de EMI Films, la productora que ponía el dinero, se plantó a última hora: aquello le parecía una obscenidad y no iba a financiarlo. Al rescate salió George Harrison, el ex Beatle, que puso todos los recursos para que la película saliera adelante.
El precio diario del mercado mayorista, el conocido como 'pool', se ha situado en los 27,57 euros por megavatio hora (MWh) en la primera quincena de febrero, desplomándose un 54% respecto al nivel del pasado mes de enero y representando la mitad que la media registrada en este mismo periodo en los países del entorno de Europa, merced a la aportación de las renovables.
El Museo de las relaciones rotas de Zagreb nace de la mano de una pareja de artistas croatas que tras finalizar su relación de varios años pensaron en que podrían hacer con todos los objetos y recuerdos del tiempo que habían pasado juntos y decidieron crear este museo, que nació como exposición.
Dos inventores kenianos, David Gathu y Moses Kinyua, han creado un brazo protésico bio-robótico. Este no es un invento nuevo, pero hay algo interesante al respecto: el brazo es operado por señales cerebrales.
De Zoysa es un fotógrafo que en sus capturas relata lo que el ojo y el corazón ven y además tiene la habilidad de componer e iluminar como si estuviera rodando una película que solo pasa en su cabeza y después pasará en las nuestras.
El narrador del Canal Sommer, explica la historia de la gran guerra que hubo en el videojuego multijugador masivo Eve Online, donde hubo implicados miles y miles dólares y juicios reales.
La película sigue el rodaje de un documental que lleva a la cómica Charlyne Yi y al director Nicholas Jasenovec (Jake Johnson) en un viaje por Estados Unidos y París en el que Charlyne, a través de entrevistas reales a parejas, científicos y diversos profesionales, intentará comprender qué es el amor.
Erich Fromm uno de los pensadores más influyentes del siglo XX: Su obra nos enseña a amar, a ser libres, a no aceptar que otros decidan por nosotros, a reivindicar nuestro derecho a ser diferentes.
Según la investigación de Willaert, Ban Tran fue contratada por Apollo tras enviarle varios conceptos de juego "escandalosos" a la compañía: ideas que iban mucho más allá de las capacidades del hardware de videojuego en aquel momento. Pese a sus ideas extravagantes, o quizá gracias a ellas, Tran consiguió una entrevista de trabajo. No sabemos cuál era la trayectoria tecnológica de Tran antes de ésto, pero debía tener cierta experiencia, ya que se lanzó de lleno a crear su propio videojuego.
Los combatientes han recurrido a toda clase de sustancias para aumentar su rendimiento o para aliviar sus penalidades, desde el vino y el opio usados por los hoplitas griegos hasta el Dexedrine empleado por los pilotos de combate para mantenerse alerta. Algunas veces esa ha sido la vía para innovaciones farmacológicas, otras para la extensión de adicciones. Aunque el abuso de esas sustancias sigue siendo un problema en todos los ejércitos, están surgiendo nuevos fármacos que...
Quienes han visto 'Star Wars' recordarán la escena. La Estrella de la Muerte no es indestructible, tiene un punto débil y con una pequeña nave puede alcanzarse su núcleo. Para ilustrar sus planes, se muestra una animación de un X-Wing adentrándose y disparando. Hoy en día puede parecer un CGI básico y casi infantil, pero era 1977 y para crear ese efecto tuvieron que coordinarse un equipo de informáticos y científicos del Laboratorio de Visualización Electrónica (EVL) de la Universidad de Illinois en Chicago (UIC).
Después de completar su formación inicial fue reclutado para luchar en la Segunda Guerra Mundial, y sus conocimientos en electrónica provocaron que fuese destinado a la sede central de la inteligencia militar que tenía el ejército estadounidense en Londres. En sus ratos libres Baer aprovechaba su estancia allí para estudiar Álgebra.