Breve recorrido histórico por el retrato del varón a través de la pintura de todos los tiempos
Cuando la palabra se queda vacía de contenido porque importa más el decir que el qué decir, las voces de los otros se convierten en ruidos amorfos que no se sabe ni de dónde vienen ni a dónde van. El miedo a la incomunicación es comparable a la experiencia del abismo, donde el vacío que se abre debajo de los pies o nos empuja a tirarnos hacia delante, o a salir huyendo porque la profundidad y la sensación de perder pie se hace insoportable.
Genoveva Vasconcelos es una psicóloga que trabaja en un gabinete de Madrid. Casada desde hace algunos años con el prestigioso abogado Abelardo Gimeno, descubrirá que su marido le es infiel con otra mujer. Esta situación empujará a la protagonista a realizar un viaje interior y exterior a una pequeña isla del Mediterráneo, donde descubrirá el verdadero amor. Su llegada a Benalferaiza le llevará a cambiar su forma de vida y a romper definitivamente con su pasado.
Calificado por algunos como “espada de doble filo” o “lengua sagaz”, Fausto Antonio Ramírez recoge en este libro una selección de sus mejores artículos entorno a la Iglesia Católica, desde un punto de vista crítico y a veces mordaz. Escritos con una gran finura irónica que, lejos de ser hirientes, analizan cuidadosamente la actualidad eclesial desde su formación como teólogo y creyente ferviente, el autor nos da su particular punto de vista acerca de la Iglesia, tal y como es percibida desde dentro y desde fuera de la misma Institución.
Un viaje a una isla perdida del Mediterráneo marcará el nuevo comienzo, a través del amor con un joven pintor, de una psicóloga engañada por su marido y traicionada por su mejor amiga. Genoveva Vasconcelos es una psicóloga que trabaja en un gabinete de Madrid. Casada desde hace algunos años con el prestigioso abogado Abelardo Gimeno, descubrirá que su marido le es infiel con otra mujer. Esta situación empujará a la protagonista a realizar un viaje interior y exterior a una pequeña isla del Mediterráneo donde descubrirá el verdadero amor.
Vivir es despedirse, alejarse continuamente del presente, para convertirlo en pasado y arriesgarse a la aventura del futuro inesperado. Para avanzar se necesita ir ligero de equipaje, no sólo material, sino afectivo. Los amarres que se acumulan a lo largo de la vida terminan por anclarnos al pasado, impidiendo la aventura de abrirnos a la novedad que aún desconocemos.
La Iglesia no ha comprendido todavía cuál es el sitio que debe ocupar en una sociedad pluralista, y por eso no sabe cuál es el discurso que debe emplear, no sólo para hablarle a sus propios hijos, sino incluso para dirigirse con cierta autoridad al resto de los ciudadanos, sean creyentes o no.
La argumentación de la Iglesia, proponiendo un único modelo de familia, es tan débil e inconsistente que ni sus propios pastores se atreven a utilizarlo a la hora de defender la postura oficial. No se puede ir por el mundo, en pleno siglo XXI con razonamientos tan desfasados y poco serios.
La paradoja mayor a la que habitualmente se enfrentan los cristianos es la de la defensa, por parte de la Iglesia, de los derechos humanos, de puertas a fuera, y el menosprecio de los derechos cristianos de sus propios miembros.
La Iglesia se ofusca al querer presentar un único modelo de familia heredado del pasado. Está bien para el que lo quiera vivir, aunque no se pare en medir sus consecuencias; pero, por favor que no lo intente imponer, ni presentar como la panacea para la sociedad.
No es ninguna novedad si afirmamos que la Iglesia católica pasa por una crisis de identidad, para los de fuera, y con mayor dolor, para los de dentro. A raíz de la manifestación del pasado 30 de diciembre en la Plaza de Colón de Madrid, y reivindicando el estatus de familia tradicional, son muchas las voces que se han escuchado estos días, desde fuera y desde dentro de la Iglesia, rechazando un modelo de familia y de Iglesia con el que es difícil identificarse.
La mayoría de los británicos prefieren al príncipe Guillermo como próximo rey, frente a su padre, el príncipe Carlos y actual heredero a la Corona, según un sondeo de opinión difundido hoy en el Reino Unido. La encuesta, hecha por el canal televisivo Discovery Channel entre 1.004 adultos, indica que más de la mitad de los entrevistados quiere que Guillermo, de 25 años y segundo en la línea de sucesión al trono, reemplace en el futuro a la reina Isabel II.
Ante la pérdida de algún ser querido, todo el mundo sufre la experiencia de la desesperación y de la indefensión. ¿Qué podemos decir a alguien que acaba de perder a su esposo, o a su hijo, o a su padre? Las palabras resultan vacías de contenido, como inoportunas y a veces desacertadas. Por eso, lo mejor es callarse, y evitar la confrontación con aquel que lo está padeciendo. En nuestra sociedad moderna, hemos terminado por perder casi todo tipo de proximidad con la muerte y las personas que están de duelo.
El titular en portada del pasado 24 de diciembre, día de Nochebuena, en La Opinión de Tenerife, desvelaba el pensamiento y el corazón del obispo de Tenerife acerca de la homosexualidad y del abuso de menores. Sin pelos en la lengua, Bernardo Álvarez declaraba a la periodista que “el fenómeno de la homosexualidad es algo que perjudica a las personas y a la sociedad. A la larga pagaremos las consecuencias como las han pagado otras civilizaciones”.
La previsión del aumento de los mares podría ser mucho mayor que la planteada por la ONU. El dato que ofrece Naciones Unidas es de 81 centímetros durante este siglo. Sin embargo los estudios publicados en Nature Geoscience ofrecen la alarmante cifra de 1, 63 metros, es decir, el doble de lo estimado.
Desde que los hombres se hicieron conscientes de su finitud, han manifestado, desde las formas más variadas, su creencia en algún tipo de vida después de la muerte.
Mucho ruido y pocas nueces: ese es el resultado final de la Cumbre de Bali sobre Cambio Climático. Después de horas de discusión, las conclusiones no pasaron a mayores, con la siempre reticente y resistente postura de Estados Unidos para dar su brazo a torcer en la reducción de los porcentajes de contaminación.
Cada uno de nosotros tiene que morir. Esta “condena a muerte” suscita muchas veces, al mismo tiempo, una cierta indignación -¿por qué este final ineludible?- y la pregunta de la supervivencia: ¿termina todo realmente con la muerte? ¿Puede acaso algo de nosotros mismos subsistir después de la degradación del cuerpo?
Lo primero que hago por las mañanas, al levantarme, es mirarme en el espejo. Estoy con los ojos hinchados, el pelo revuelto y la boca seca. Me miro los ojos con detenimiento y casi no me reconozco. ¿Quién está frente a mí, en esta increíble soledad que se repite todos los días? No encuentro muchas respuestas que no sean las de hacerme cargo de mi finitud y pequeñez frente a un mundo que pasa de largo, y al que me veo abocado a subir, sin más remedio, si no quiero perder el tren de la vida.
Haciendo balance Publicado por fausto 29 Noviembre, 2007 En pocas semanas se cerrará un ciclo más de la existencia del hombre. Con el año que termina, es hora de hacer balance de lo vivido, de lo conseguido y de lo perdido en los últimos doces meses que están a punto de finalizar. El año natural, no es más que una manera arbitraria de medir el tiempo. Pero, en realidad los años no existen.
La tolerancia se ha convertido hoy en día en la reina de las virtudes. Toda discusión difícil termina en la actualidad con el diagnóstico irrevocable: “No eres tolerante”. Si la tolerancia es la capacidad de aceptación del otro abriéndonos a formas de vida y de pensar diferentes de las nuestras, entonces sí es una virtud. Pero a veces parece que sea una obligación impuesta por la conciencia colectiva de no hacerse juicios, es decir de no tener ninguna opinión sobre los comportamientos de los demás.
Perdón y comprensión no son dos actitudes equivalentes. La comprensión puede llevarnos a una cierta complicidad. Puede empujarnos a ponernos del lado del culpable que está fuera de la ley moral, considerando que lo que ha hecho no es tan grave. El perdón, y la misericordia no se oponen a la verdad. Al contrario, necesitan la verdad para que la víctima se sienta reconocida en su sufrimiento, y que el agresor tome conciencia de lo que ha hecho.
Vivir es despedirse, alejarse continuamente del presente, para convertirlo en pasado y arriesgarse a la aventura del futuro inesperado. Para avanzar se necesita ir ligero de equipaje, no sólo material, sino afectivo. Los amarres que se acumulan a lo largo de la vida terminan por anclarnos al pasado, impidiendo la aventura de abrirnos a la novedad que aún desconocemos.
La presencia de la Iglesia en el mundo pasa necesariamente por su encarnación allí donde el hombre vive, sufre y busca a Dios consciente o inconscientemente. No se comprende una Iglesia que discrimine al hombre por razón de su condición, poder adquisitivo, o clase social.
Cada día es más patente la ruptura entre lo religioso y la sociedad civil. Por muchos intentos de la Iglesia Católica por acercarse al mundo en el que vive inmersa, lo cierto es que la división cada vez es mayor y con pocas posibilidades de integrarse con la autoridad moral necesaria para dejar escuchar su voz. El mundo moderno dice que pasa de Dios y, sin embargo, tiene más sed que nunca de lo espiritual, porque ni la política ni la organización civil terminan de satisfacer el corazón inquieto del hombre actual.