#6 ¿Esto es real? Porque parece una anécdota apócrifa inventada por alguien.
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No viene al caso pero relato una anécdota de Quevedo que siempre me hizo gracia. Cada noche, al regresar de su ronda por las tabernas de Madrid, se detenía siempre a orinar en la misma tapia de la calle Codo, desatando el enfado de quienes allí vivían. Uno de los vecinos, de hecho, pintó una cruz con el mensaje «No se mea donde hay una cruz» esperando a que el poeta recapacitase. Pero no fue así. Al día siguiente los vecinos se encontraron la respuesta de Quevedo pintada en la pared y que decía: «No se coloca una cruz donde se mea» .