Tengo un híbrido enchufable y me ha sido imposible recargar la batería en Granada. Puntos de recarga en centros comerciales desconectados, o con corrientes de carga claramente insuficientes. En los pocos sitios que se podía recargar, cobraban 5 euros por una recarga de 50 km, que no llega a los 0,7 euros. Mientras que no haya políticas de control y se aplique la lógica, esto no es rentable. Pagar 40.000 euros por un coche enchufable, para pagar la electricidad a 2 veces lo que te costaría ese trayecto con gasolina, no tiene sentido.
Evidentemente el dinero electrónico es más cómodo de utilizar, pero no es una forma de pago resiliente, por ejemplo, ante un apagón de larga duración, un ciberataque exitoso al sistema bancario, una caída catastrófica de un algoritmo criptográfico o ante una tormenta solar.
Además, en determinadas condiciones, el uso del dinero electrónico puede afectar negativamente a la privacidad o seguridad de las personas. Como se ha podido ver en las protestas de Hong Kong.
Es la guerra de siempre, la seguridad frente a la comodidad, pero debemos tener claro que una nueva funcionalidad, abre la puerta a una nueva vulnerabilidad y su esa funcionalidad es única para realizar algo, podemos tener un serio problema.
Sinceramente, creo que en el mundo que vivimos el dinero tradicional debería seguir siendo complementario del electrónico.