El único interés que hay por la privatización de la sanidad es el del negocio. Es un grandísimo pastel al que aspiran los negociantes que presionan y cogen de la mano a los políticos, a unos más y a otros menos, pero a todos en general, con la única intención de forrarse porque saben que ante la posibilidad de palmarla uno vende su alma al diablo y si es necesario se hipoteca hasta las cejas con tal de pagarse la operación o el tratamiento de turno. Es un negocio redondo que nada tiene que ver con la salud pública. Una aseguradora privada va a mirar con lupa si eres o no eres rentable y en función de eso tu seguro costará lo que costará y cubrirá lo que cubrirá. Negociar con la salud debería ser delito porque es una de las peores formas de usura. La sanidad pública no es gratis, ya lo sabemos, pero garantiza que ante una adversidad estarás cubierto sin preocuparte por tu situación económica. Ni más ni menos. Que no es poco.
Me estremece como una extremaunción extremeña.