#93 ¿Ensañamiento? Echenique, cada vez que abre la boca, lo hace para decir o bien una memez o bien una barbaridad. Con las memeces nos reimos de él y las barbaridades se denuncian.
Lo inconprensible es que siga en el congreso.
#93 ¿Ensañamiento? Echenique, cada vez que abre la boca, lo hace para decir o bien una memez o bien una barbaridad. Con las memeces nos reimos de él y las barbaridades se denuncian.
Lo inconprensible es que siga en el congreso.
#133 Creo que no te has leído mi comentario. Y sí, ensañamiento, por gente como tú, que lo descalifica sin conocimiento de causa.
#168 Lo descalifico por sus actos y por sus palabras.
¿Tengo que cenar con él o pasar unas vacaciones en su casa para estar legitimado a ello?
#185 No, lo que tienes que hacer es leer la noticia.
#93 Esas palabras son graves porque acusan falsamente a un hombre asesinado de un delito. Si Echenique tiene pruebas de ese caso, lo que tiene que hacer es ir a los juzgados o a la comisaría. Igual mañana alguien acusa a Echenique de alguna barbaridad, y podrá usar las leyes para defenderse también.
#1 Sí, lo pensé, pero no hay atajos claros para llegar a ese filtro.
Quiero decir, que no es que no se pueda filtrar por etiquetas actualmente, lo que tú propones es posible, sino que tal y como está diseñado actualmente es difícil llegar ahí.
En la sección artículos, por defecto no aparece ese listado. Tienes más o menos que saber qué subs hay o ir directamente a subs y buscar o estar siguiendo alguno si eres usuario. O hacer clic en la etiqueta de algún artículo ya publicado.
Qué atrevida es la ignorancia. Vox,pp y... ciudadanos, no lo olvidemos. Menudo disparate.
Otra piedra en el camino. Se seguirá progresando en igualdad a pesar de esta gente. Se tardará más, sí, pero los cambios acabarán por imponerse pese a los cavernícolas.
Terrible. Indefensión total. Cuántos casos habrán pasado desapercibidos y cuántos no habrán sido denunciados por miedo a represalias o porque no llegaron a ser "graves", si incluso en los casos más fuertes los agresores quedan impunes como el que describe el artículo, que se cerró con una negociación interna del hotel...
Seguimos teniendo el problema de las multas. Siguen siendo sanciones administrativas (¡¡disparatadas!!) contra las que no cabe recurso.
Aquí no se habla de la cuantía, sólo de la "progresividad" en función de la renta del amonestado... Mal asunto.
Del artículo:
"Otro cambio importante es que en la cuantía de las multas en caso de infracción se tendrá en cuenta la capacidad económica del manifestante, y habrá reducción del 50% para los que cobren menos de 1,5 veces el salario mínimo y del 25% para los que cobren entre 1,5 y 2,5 veces el SMI."
“Matar al mensajero” (Kill the messenger, Michael Cuesta, 2014) es una película, basada en la novela de Nick Schou de título homónimo, que cuenta la historia real de Gary Webb, un periodista norteamericano que investigó las conexiones entre el gobierno de EEUU, el tráfico de droga y golpes de Estado en Latinoamérica. Ambientada en los años noventa del siglo pasado, cuenta las investigaciones de este periodista y las revelaciones que hace en una serie de artículos titulados “Oscura Alianza” (“Dark Alliance”). Según las palabras del periodista, se trataba de “una de las alianzas más extrañas de la historia moderna: la unión de gángsters de Los Ángeles con un ejército respaldado por Estados Unidos que intentaba derrocar a un gobierno revolucionario socialista”.Una película imprescindible, muy bien realizada, y necesaria para entender la persecución política y mediática sobre los periodistas o personas anónimas que revelan crímenes de Estado o destapan casos de corrupción a gran escala.La película se centra en la historia del periodista y de su caída en desgracia después del escándalo suscitado por sus publicaciones en 1996 contra los servicios de inteligencia del gobierno americano. En aquel momento Gary Webb no fue directamente perseguido, ni acallado, ni encarcelado. Lo interesante del film es ver cómo se orquestaron tácticas algo más sutiles contra él, que funcionaron a un nivel profundo.Al principio se encontraba en una posición mediática heroica y era reconocido por su investigación. Pero poco después, cuando se enfrío la situación y la agenda mediática continuó hacia adelante, su vida empezó a convertirse en un infierno. Hubo una sutil persecución privada implacable hacia su persona, con amenazas veladas y con una campaña primero de desprestigio pública, luego económica. Le tildaron de mentiroso, de inventar hechos y fuentes de información, se metieron en su vida personal. Los grandes medios, el Washington Post, The New York Times, Los Angeles Times y finalmente su propio periódico, San Jose Mercury News le dieron la espalda. Después de aquello su vida dejó de ser igual, fue poco a poco apartado de su trabajo y malvivió durante mucho tiempo, sumido en una depresión de la que nunca se recuperó.
Este es un debate que se repite recurrentemente en los medios de comunicación y en las redes sociales, y que tiene que ver con el rechazo que generan ciertos chistes o bromas hacia individuos o colectivos. Pero es falso porque, en mi opinión, se basa en una premisa incorrecta. Se debate cuál es el límite del humor o si debe tener siquiera límites. La falsedad reside en que el objeto del debate no es el humor, es la ofensa. El humor es mucho más. Lo hay de distintos tipos y con distintos ingredientes.El humor contiene también la ofensa, pero no toda ofensa es humor. La afrenta y el insulto tiene distintos grados, por eso se hacen distinciones sobre ellos. Se ha desviado el debate hacia este concepto para crear interesadamente confusión en favor de quienes lo promueven. Porque el humor es en parte precisamente el límite que diferencia la percepción de una ofensa, y apela a lo más profundo del trato humano, social, estético y de la comunicación entre diferentes.No se trata aquí de desvirtuar el mal gusto, el humor negro o cualquier otra variante para imponer un sesgo moral hacia un humor blanco, por ejemplo, sino de saber interpretar y dirimir el verdadero objeto del debate.
J. J. Abrams es un excelente director de cine que hace películas que no cuentan nada. Saltó a la fama principalmente por la serie "Perdidos" (Lost) y más recientemente conocido por películas como “El despertar de la Fuerza”, que dio inicio a la nueva saga de Star Wars. Sus producciones se caracterizan por una sublime puesta en escena a nivel artístico y técnico que conforman obras sorprendentemente vacías de contenido.
Reseña.“The social dilemma” (Jeff Orlowski, 2020), en su título original, nos advierte del uso que hacen las grandes corporaciones tecnológicas de nuestros datos personales y cómo utilizan técnicas sofisticadas de persuasión para mantener nuestra atención constante a los dispositivos.Continúa analizando, con datos estadísticos, el efecto de esta adicción inducida en el deterioro alarmante de la salud mental, especialmente en niños y adolescentes. Menciona otros problemas como la creación de perfiles personalizados y cómo éstos contribuyen a la segmentación social y a la desinformación. Y finalmente, cómo el sesgo cultural de los creadores influye en los algoritmos usados para el desarrollo de aplicaciones de inteligencia artificial, los cuales recrean y refuerzan patrones derivados de una cultura que prima el beneficio privado por encima de todo.Es interesante porque cuenta con voces autorizadas, antiguos creadores y desarrolladores de empresas como Google, Twitter, Facebook o Instagram, que nos cuentan de primera mano cómo empezó el desarrollo de estas tecnologías y cómo ellos mismos decidieron dar un paso a un lado por motivos éticos cuando fueron conscientes de cómo se estaba conformando la industria.El documental es riguroso aunque a veces tiene cierto sesgo al enfocar algunas cuestiones. Por ejemplo, mientras nos alerta de las fake news y la divulgación de teorías conspirativas como la terraplanista, nos cuenta, como hechos probados, las teorías de la injerencia rusa en las elecciones de EEUU en 2016. O que mientras nos habla de la importancia del razonamiento crítico nos advierte de los peligros de estar politizado (radicalizado según su punto de vista) y acudir a una manifestación (los que hayan visto el documental sabrán a lo que me refiero). No llega a ser sensacionalista, porque la narrativa es didáctica en general, pero sí puede ser algo dramática en ocasiones.Aún así, creo que tiene un buen grado de profundidad y contenido y está muy bien narrado desde el punto de vista cinematográfico. Si podemos hacer una crítica, yo diría que le falta algo de contexto y ampliar más el espectro. Entiendo que es imposible reflejar en una cinta de hora y media todo lo que implican las cuestiones que plantea, y que hay que centrarse en al menos dos o tres aspectos importantes, que son los que al final ayudan al espectador a entender sus tesis. Pero personalmente echo en falta un poco más de crítica política.Me refiero a que no llegamos a ver de dónde provienen esas sombras chinescas que vemos en la cueva. Parece que nos sientan en un sofá para revelarnos algo importante pero no nos ofrecen las pastillas. ¿Dónde está la pastilla roja y qué pasa si me la tomo? ¡quiero saber más!
“Por supuesto, el agua es la materia prima más importante que tenemos hoy en La Tierra. La cuestión es saber si el suministro de agua a la población se debería privatizar o no. Y a este respecto hay dos puntos de vista diferentes.Uno de ellos, extremo, diría yo, está representado por las ONG. Y afirma que el acceso al agua se debería declarar como un derecho público. Eso significa que, como ser humano, usted tiene derecho a tener acceso a la fuente de agua. Esa es la solución extrema ¿verdad?Y el otro punto de vista afirma que el agua es un alimento, y que como todo producto alimenticio debería tener un valor de mercado. Personalmente yo creo que hay que darle valor a un producto alimenticio para que todos seamos conscientes de que tiene un precio. Y también que hay que tomar medidas específicas para las franjas de población que no tienen acceso a esta agua. Y para conseguir eso existen muchas posibilidades diferentes”.
Hay películas que tienen la característica de ser, sencillamente, necesarias. Se enmarcan en la categoría casi del deber moral, deben existir y se deben hacer bien. Porque de no hacerse estaríamos omitiendo algo importante, o mejor dicho, estaríamos silenciando algo intolerable. Como aquella metáfora zen que dice que si un árbol cae en el bosque y no hay nadie cerca para oírlo ¿hace algún sonido? Pues si no hay nadie cerca para rodar una película de ello... ¿ha pasado realmente? La historia es silenciada por los que tienen el poder de crear y difundir un relato oficial desde que el mundo es mundo. La realidad sin observadores deja de existir, y la verdad se entierra sin remedio.Los hechos que narran esta película podrían considerarse actos de guerra. Una guerra económica violenta con consecuencias tangibles y verdaderamente dramáticas en la vida de los ciudadanos y una guerra ideológica que pugna por imponer un relato y una visión monolítica de la política europea.“Adults in the room” o “Comportarse como adultos” en su versión española, es una adaptación del libro de título homónimo del ex ministro griego de finanzas Yanis Varoufakis, que cuenta de primera mano cómo fueron las negociaciones de la deuda griega con la Unión Europea en el año 2015, o más bien con la llamada Troika, una tríada formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Abarca un tiempo aproximado de seis meses, desde que la agrupación de partidos de izquierda Syriza alcanzó el poder en Grecia con Alexis Tsipras al frente, hasta la proclamación de un referéndum para la aceptación de las condiciones, una vez dadas por finalizadas las negociaciones. La historia sigue a Yanis Varoufakis en sus intentos infructuosos de obtener un diálogo razonable y al mismo tiempo al más alto nivel con personas supuestamente adultas y formadas, que son quienes rigen los designios de millones de ciudadanos europeos.
La serie de Antidisturbios, recientemente estrenada, aborda una temática controvertida pero no logra tener un enfoque claro. Vista de principio a fin, la calidad técnica es indiscutible y merece mucho reconocimiento pero, aun con sus virtudes, la obra en su conjunto deja una sensación decepcionante. El problema no es lo que nos muestra, que está muy bien realizado, sino lo que omite.Cuenta la historia de los integrantes de una unidad de antidisturbios implicados en un homicidio imprudente. Esto sirve de punto de partida hacia la trama central, que habla sobre una corruptela de las altas esferas. Una trama que salpica a algún político, policías, jueces y medios de comunicación.La descripción de los antidisturbios se basa en las humildes vidas de "los mandaos", esos quienes reciben las órdenes, los que están al pie del cañón. Nos enseña cómo las ejecutan y en qué condiciones. El valor de la serie es hacer que nos pongamos las botas, el chaleco y el casco y vivamos intensamente desde dentro la vida de estas personas, que sintamos lo que sienten, que conozcamos a los seres humanos que hay dentro, sus vidas, la precariedad y miserias de su trabajo. Y al mismo tiempo poder mirar hacia el lado opuesto y ver de primera mano las consecuencias de sus acciones, la injusticia y el desgarro cuando la violencia es ejercida contra los más débiles. Está ambientada de manera muy realista, y te hace estar en todo momento dentro de la acción.Pero hay algo que hace que el ritmo vaya decayendo capítulo a capítulo, bien sea porque se olvida rápidamente de los débiles de la historia como la familia desahuciada o los que reciben los porrazos (aunque sí hace un ligero seguimiento de la historia del inmigrante fallecido), bien porque deja de cuestionar las actuaciones policiales como tal y se centra en retratar la vida personal de ellos. La serie parte de la premisa de que la corrupción hace un gran mal a las instituciones y cuestiona los comportamientos corruptos dentro de un sistema, pero se olvida de cuestionar el sistema en sí mismo. Estamos otra vez a vueltas con las manzanas podridas...La violencia es una opción: La escena del desahucio en una corrala de Lavapiés.La escena clave de la serie transcurre en el primer capítulo y muestra cómo una unidad de antidisturbios es mandada por orden de un juez a desahuciar a una familia por un impago del alquiler. Cuando llegan, un gran número de personas de una plataforma antidesahucios se interpone en su camino. Debido a una cadena de circunstancias ocurre un grave incidente en el que acaba muriendo uno de los vecinos, inmigrante senegalés, que trató de mediar en la actuación.La serie deja entrever que la actuación de las U.I.P. en el desahucio fue mal ejecutada por falta de medios o por mala praxis de los integrantes del operativo, además forzada por un alto mando corrupto con intereses económicos de por medio.En la escena en cuestión los antidisturbios deciden arrinconar a unos manifestantes en un espacio reducido y cargar contra ellos excusándose en una provocación. Aparte de que interese o no a la trama, sabemos que arrinconar a alguien no es buena idea, siempre es necesaria una válvula de escape ya que las reacciones desesperadas de las personas son tremendamente imprevisibles, y generalmente llevan a una acción violenta.Kettling.Kettling es una táctica de control de multitudes, frecuentemente utilizada por la policía británica ( y usada en España bastante durante el 15M por cierto), que consiste en acorralar o acordonar una zona inadvertidamente de forma que los manifestantes no se den cuenta hasta que queden atrapados y no puedan salir. Luego se les mantiene encerrados el tiempo que ellos consideren, sin importar que uno esté el primero en la protesta o que de casualidad pasara por allí. De esa manera pueden contener grupos o realizar detenciones.Esta situación genera gran tensión y ansiedad a las personas atrapadas entre la multitud. Una kettle es un aparato doméstico que se usa para hervir el agua, y esta técnica puede llevar los ánimos de la multitud a su punto de ebullición. Porque aunque los manifestantes decidan dispersarse y marcharse o terminar la protesta, están siendo arrinconados contra su voluntad generando una grave tensión. En teoría sólo se trata de una táctica de contención, que la desesperación de los manifestantes les lleve al desánimo y al fin de la protesta, pero la realidad es que con tal de que haya sólo un pequeño grupo de impacientes dentro que quieran salir ya puede existir una confrontación, y en lugar de reducir los ánimos puede escalar el conflicto.Esta es una táctica, no es tal vez lo que muestra la serie, pero es una táctica entre tantas, que busca un objetivo. Y hago hincapié en este asunto porque creo que lo que la serie omite es precisamente la hipótesis de la acción deliberada de la violencia por parte de las fuerzas de seguridad del Estado.
Hace poco leía este ¿Y si España perdiese 10 millones de habitantes?en menéame que planteaba la hipótesis de que una reducción en la población haría mejorar las condiciones de vida de las personas y del medio ambiente.En los comentarios se debatían propuestas para llevar a cabo control de natalidad e inmigración, reparto y ordenación del territorio, entre otras. Muchas de las propuestas y el propio concepto del artículo se basan en la idea de poder: controlar, regular, ordenar.No trato aquí de rebatir el artículo, ni siquiera sobre la idea del mismo, de eso tengo mi propia opinión. Tampoco se trata contradecir la eficacia de la regulación con medidas concretas contra problemas concretos, o de si una idea es buena o mala, sino algo que veo subyace en el fondo de estas ambiciosas iniciativas, y es la creencia de que propuestas de control produzcan el efecto deseado.Tenemos la sensación de que si pudiéramos tener el poder absoluto para moldear a la civilización, a modo primero de un Dios creador y después de un dictador benevolente, seríamos capaces de crear una sociedad perfecta, o en su defecto, una sociedad más o menos equilibrada. Pero no es así. Si tuviéramos tal poder no tendríamos más que la ilusión del control, porque la realidad es que tanto el individuo como el grupo responden a patrones imprevisibles que están fuera de nuestro alcance, y en última instancia tienen las mismas aspiraciones que su creador, con pugnas por remodelar la arquitectura del sistema.Cuando tienes un hijo o hija piensas en primera instancia que es algo tuyo, que te pertenece y que podrás formarlo y cultivarlo para que sea alguien de cual o tal manera y que cumpla un cierto rol prediseñado por ti, hasta que con el tiempo te das cuenta de que esa persona es un ser en sí mismo que no pertenece a nadie y que actuará y pensará autónomamente, probablemente con la aspiración de construir su propio sistema, en el cual tener a su vez un hijo/a a quién moldear.Existen mil y una variables que nunca vamos a poder predecir creando un sistema, y a medida que éste se implemente inevitablemente lo tendremos que ir parcheando como si la actualización de un software se tratase. Porque al final el sistema lo construyen los usuarios, al igual que la ciudad es de sus ciudadanos, la cultura de quienes la crean y la política de los que la ejercen, no de un solo arquitecto.Matrix se planteó con unas expectativas pero fracasó varias veces, y la siguiente también flocererá, fracasará y se reinventará, pero todos nuestros grandes planes de creación y control son mera ilusión.Si no, que le pregunten al señor Hammond: https://www.youtube.com/watch?v=uTFzctzyAUA “¿Cómo podemos tener la más remota idea de lo que cabe esperar?”
...o la sutil propaganda anti Bernie Sanders de Netflix.Hace poco vi la serie de Netflix “Space force”, de Steve Carrel, que se estrenó este año. Se trata de una entretenida comedia que tiene como protagonista al general Naird, un militar de alto rango a quien encomiendan la misión de crear una nueva división del ejército para el espacio exterior (Space Force). Le dotan de un enorme presupuesto y ponen bajo su mando a los mejores ingenieros y científicos del país junto a un equipo de soldados totalmente incompetentes.La serie pone como contraste la razón y sensatez de los científicos contra los negacionistas y la fuerza bruta e ignorancia de los altos mandos de la clase militar y política (incluido el propio Naird). Aunque es en tono de comedia, también tiene sus dosis de propaganda patriótica y del orden mundial de fondo, y por momentos no está claro hacia donde se dirige su discurso. Pero me interesa realmente otro aspecto que veo más sutil. Esos pequeños detalles aparentemente inocuos, alejados de las campañas mediáticas más explícitas contra los movimientos progresistas, que se disfrazan como ellos pero que inadvertidamente dejan caer un mensaje en contra. En este caso contra el movimiento que representa Bernie Sanders.El caso Ocasio-CortézUno de los personajes secundarios de la serie es una joven y combativa congresista latina que forma parte del comité del congreso que evalúa y audita el programa Space Force. El personaje se llama Anabela Ysidro-Campos, con las iniciales AYC, en clara referencia a Alexandria Ocasio-Cortez, o AOC, una congresista de la rama más progresista y más a la izquierda del partido demócrata. La Alexandria real ha ganado mucha notoriedad en Estados Unidos en los últimos años gracias a su inesperada elección para el congreso y por sus intervenciones en él, caracterizadas siempre por su fuerte defensa de los derechos sociales y en especial de la sanidad universal y gratuita, el “medicare for all”.Este año, en un acto de campaña a favor de Sanders para la candidatura a la presidencia, Ocasio-Cortez puso en cuestión que un país como Estados Unidos pudiera permitirse invertir tanto dinero en programas de Defensa, pero no fuera capaz de sufragar la sanidad para sus ciudadanos.
Hace poco vi la última temporada de la serie de Movistar “Mira lo que has hecho”, que se estrenó hace unos meses. Una serie creada y dirigida por Berto Romero.La serie es muy divertida y tiene momentos memorables. Sin embargo el último capítulo que cierra la serie me dejó un regusto amargo. Me pareció que había un trasfondo propagandístico disfrazado de crítica política.La trama de esta última temporada gira en torno a la intolerancia de sectores de la sociedad hacia el humor en la ficción televisiva y el sensacionalismo de los medios de comunicación para sacar algo de contexto, demonizarlo e incluso judicializarlo.Parecería un crítica política hacia casos como el de los titiriteros, perseguidos y encarcelados por una ficción teatral o por tuiteros, raperos y músicos, perseguidos y condenados por ácidas críticas políticas o chistes sobre los intocables. Pero no es así, se queda en la superficie, incluso desvía el verdadero debate de fondo.La escena de la discordiaLa escena en la que culmina toda la trama describe la última parada del humorista en su periplo judicial y mediático debido a un chiste que hizo su personaje (representado por sí mismo) en una ficción televisiva. En esta escena, él acude invitado a un plató de televisión de tertulia, en hora de máxima audiencia, para intentar explicar a la sociedad el por qué de todo el absurdo y hablar sobre sus intenciones como creador de ficción. Pero pronto se ve rodeado de cuatro tertulianos a los que se suma la presentadora, que sólo quieren carnaza para aumentar el audímetro y seguir llevando el asunto al extremo y terminar de destrozar al humorista.Pues bien, esos tertulianos responden a estereotipos de lo peor de cada casta política y periodística, algunos prácticamente caricaturas de personajes reales. Tenemos a un político cocainómano, a una periodista de algún tabloide o de revista de corazón barata, etc. Y a un lado tenemos a un tipo que parece que va de progre, asumimos que del espectro de la izquierda, y que en todo momento habla gritando por encima de los demás y termina cada frase con alguna consigna, a modo de crítica social. Todos ellos por supuesto muy maleducados y estúpidos, él incluido. En un momento dado, una de las tertulianas, en un primer plano, le recrimina “¿Tú pides coherencia? ¿Tú, que cuando eras diputado de Podemos tenías una trabajadora de la limpieza que cobraba en negro?”(sic).Al final el protagonista se marcha del plató andando lentamente mientras el grupo sigue despotricando y peleándose entre ellos a ver quién grita más alto.Pues bien, en esta parodia y a lo largo de toda la escena no se dice de ningún personaje su afiliación política, excepto la de este personaje, que se hace bien explícita en un primer plano.La asociación es clara: todos son iguales, y los de Podemos van de progres soltando consignas pero en realidad son unos ladrones y unos maleducados y descerebrados sin educación ni cultura, como todos. Y por si no quedara claro a quién nos referimos, vamos a subrayarlo diciendo bien claro su nombre. A los demás no nos referiremos directamente no vaya a ser que nos demanden. Ah no, que son los que nos pagan...En fin, para mí, una decepción que sólo engrasa más la máquina del fango. Con Podemos parece que vale todo. Precisamente la gente de Podemos que acude a tertulias de televisión son la excepción a la norma, son de los pocos que hablan con educación y sin interrumpir y de los pocos que responden a un movimiento que está detrás que es real y no de cartón piedra como los demás. Y no mencionar ya el ataque constante por tierra, mar y aire difamando que son unos corruptos sin ninguna prueba.Acoso y derribo. Campaña política y mediática hasta en la sopa. ¿También en la serie de Berto? Sí, también.Por lo demás, una serie muy entretenida y disfrutable.
¿Es que nadie se ha dado cuenta de la desgracia de televisión pública que tenemos que soportar?A nivel técnico y profesional de los trabajadores de la casa no le pongo ni una pega. Hablo aquí principalmente del contenido político-informativo, aunque la verdad es que es extensible al resto de la programación.Concursos y programas que compiten con la bazofia sensacionalista de las cadenas privadas. Informativos con tertulianos pagados por el partido o periódico de turno día sí y día también infestando los platós de la mañana (ex desayunos) de TVE1 y debates del canal 24 horas con las mismas o peores caras, día tras día. Lo más carca, trasnochado y pasado de vueltas de cada casa. Todos con una opinión siempre conservadora ultra casposa, machacando constantemente con sus consignas, hora tras hora, opinantes profesionales y todólogos rancios. Y ya no hablo de los presentadores, que son a su vez opinantes con el mismo sesgo.Es detestable, pones La 1 y es terrible, el canal 24 horas es para vomitar, y La 2 a duras penas resiste el embate. Pero amigos... ¿han escuchado la radio por las mañanas? Infumable.Se cargan nuestra radio y televisión en nuestras narices y nadie dice nada.
TVE emite una serie sobre el asesinato del almirante, ocurrido el 20 de diciembre de 1973. La figura de quien fuera presidente del Gobierno con Franco aparece desdibujada
Creo que el ensañamiento contra Echenique es evidente, por muy desafortunadas que sean algunas veces sus declaraciones, el que metió la pata fue Juanma del Olmo.
Echenique en esta ocasión no ha señalado a este hombre, estaba poniendo en contexto la situación de la mujer y no nombra específicamente a nadie. Para el que no se haya leído la noticia (veo a muchos). Las palabras por las que se le condena son estas de una rueda de prensa:
«Respecto de la pregunta por Ávila, simplemente remarcar que hablamos de hechos que tuvieron lugar hace 35 años, que se refieren a una mujer que fue violada y que ayer, Pablo Fernández, secretario general y portavoz de Podemos en Castilla y León, explicó la posición del partido a este respecto y es una posición que suscribimos de principio a fin»
[...]
"Mientras que Del Olmo publicó un tuit sobre el tema: «Abrazo a Pilar Baeza de PODEMOS Ávila. Hace 35 años fue víctima de una violación. Su novio entonces disparó al hombre que la violó. Ella fue condenada por complicidad y pagó su deuda con la sociedad. El señalamiento iniciado por Pedro J. es un ataque a los derechos fundamentales»."