Antonio Luna, catedrático de Derecho, durante la quema de libros del 23 de abril de 1939 en el patio de la Universidad Central de Madrid:
«Para edificar a España una, grande y libre, condenados al fuego los libros separatistas, los liberales, los marxistas, los de la leyenda negra, los anticatólicos, los del romanticismo enfermizo, los pesimistas, los pornográficos, los de un modernismo extravagante, los cursis, los cobardes, los seudocientíficos, los textos malos y los periódicos chabacanos. E incluimos en nuestro índice a Sabino Arana, Juan Jacobo Rousseau, Carlos Marx, Voltaire, Lamartine, Máximo Gorki, Remarque, Freud y al Heraldo de Madrid».
También ardieron ejemplares de Darwin, Unamuno, Blasco Ibáñez, y Ortega y Gasset.
Estos son sus orgullosos herederos.
P.d.: los años van sin punto, que no son cantidades
#5 He pasado mi infancia correteando entre los naranjos y las acequias —ahora convertidos en rotondas— de Massamagrell. No me sorprende ABSOLUTAMENTE nada