Lo más increíble de estos imprecisos Reyes Magos es que, a pesar de su escasa base existencial y su número tornadizo, existen sus reliquias corpóreas, que durante siglos se han contado entre las más famosas de la cristiandad. Su rocambolesca historia es la siguiente.
Los Reyes Magos adoptados por la cristiandad.
Todo un enigma envuelve a los "sabios de oriente", lo que en la actualidad conocemos se debe más que nada a la leyenda o tradición mas que a los hechos reales. Las únicas referencias que se tienen sobre ellos provienen del Evangelio de San Mateo y de algunos Apócrifos, y en ninguno de ellos los califican de reyes. A decir verdad, en los textos originales la palabra "sabios" es derivada del griego "magoi" y el latín "magi". Dichas palabras parecen provenir a su vez de la palabra "magu", nombre dado a los sacerdotes persas en la religión zoroástrica. Durante muchos años se considero a los sacerdotes como depositarios de todo conocimiento importante. No solo las técnicas para propiciar a los dioses, sino el estudio de los cuerpos celestes y sus supuestas relaciones con los asuntos humanos, lo cual era muy tradicional en Babilonia. En otras palabras eran astrólogos-astrónomos. Los judíos, que siglos atrás habían sufrido el destierro en Babilonia, conocieron la categoría de "magos" de dichos sacerdotes, lo cual podría dar lugar a que San Mateo los denominara de dicha forma. Otras versiones en cambio los identifican como sacerdotes de Mitra, un dios solar con ciertas pautas de semejanza a Cristo. Lo cierto es nunca se les denomina en los textos como "reyes". En los primeros siglos del cristianismo la palabra "mago" se convirtió en "no grata" para los cristianos pues recordaba la confrontación de Simón el Mago con los jefes de la Iglesia. Simón el Mago había sido acusado de hechicería e incluso de dar origen al gnosticismo cristiano y a la herejía de los "simonianos" que duro dos siglos. Por lo mismo los "Magos de Oriente" fueron transformados por la tradición en "Reyes de Oriente" y al cabo de un tiempo en "Reyes Magos".
En un principio el número de los Magos fue indeterminado. En las pinturas de las catacumbas romanas fueron a veces dos, y otras cuatro. La Iglesia de Siria creyó que eran doce que prefiguraban los doce futuros apóstoles. Algunas tradiciones de la Iglesia Copta elevan el número hasta sesenta y citan los nombres de más de una docena de ellos. Finalmente en el siglo IV su número es fijado en tres por Origenes, un conocido escritor eclesiástico.
La leyenda dorada de los Reyes Magos nació en el siglo IV de nuestra era. Se encuentra en el "Opus imperfectum in Mattheum" redactado en latín por un escriba iraní cristiano. Sin embargo los investigadores mas versados en esta obra han dejado en manifiesto que este libro fue inspirado en el llamado "Libro de Set", redactado en el siglo III de nuestra era, en la región de Edessa. En la leyenda los reyes tienen cada uno un reino, y esperan una estrella en el cielo cuyo significado conocen perfectamente, eran religiosos y justos con sus pueblos. En el siglo II empieza la iconografía de los reyes magos. De vuelta a sus países, los Reyes vivieron piadosamente en la religión de Jesús en la cual supuestamente son instruidos por el apóstol Santo Tomás, abjuraron de sus prácticas paganas, hasta que, en el año 70, ya muy avanzados en años, sufrieron el martirio.
En el siglo V el Papa San León, habla de ellos como si hubieran existido realmente y fija su número en tres. En el siglo VI la iconografía les da a los magos una premeditada diferenciación en la edad: dos de ellos son representados con barba y el tercero si ella. En el siglo IX, hacia 845, en el "Liber Pontificalis" de Rávena aparecen nombrados como Bithisarea, Melichior y Gathaspa. El antes mencionado Beda El Venerable recoge los nombres y atributos de los Reyes Magos en uno de sus textos: "El primero de los Magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera cana y luenga barba... fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de tez morena ("fuscus" en latín) testimonió ofreciéndole mirra, que significaba que el hijo del hombre debía morir...". A raíz de este texto, los artistas empezaron a representar a los magos de acuerdo a determinadas edades. De esta manera los magos venían a simbolizar las tres edades del humano: 60, 40 y 20 años, tal y como lo expresa el "Catalogus Sanchtorum" de Petrus de Natatibus, del siglo XV.
Otro cambio importante fue el cambio de origen de Baltasar. Aunque Beda El Venerable ya lo mencionaba como de tez morena, durante mucho tiempo nadie imagino la existencia de un Rey Mago negro. Según la tradición, ellos eran originarios de Persia, por lo cual no podía existir un negro entre ellos. Sin embargo, a partir del siglo XIV, por influencia de la vocación ecuménica de los predicadores empezaron a dar un carácter de universal a los reyes magos. Desde entonces simbolizan las tres razas humanas admitidas en la antigüedad y prefiguradas por los tres hijos de Noé: Sem, Jafet y Cam, tal y como el Antiguo Testamento las define. Y también obviamente arranca la tradición de representar a los Reyes Magos montados sobre animales correspondientes a sus geografías: un caballo, un dromedario y un elefante, respectivamente. Una anécdota curiosa fue la ocurrida en el siglo XVI tras el descubrimiento de América. Al representar los Reyes Magos a todas las razas del planeta, algún devoto cristiano tuvo la idea de que el Nuevo Mundo se viera representado en el cortejo real. De esta forma en el retablo portugués de la Catedral de Viseu, Baltasar en lugar de ser un rey negro es representado como un pintoresco jefe indio de Brasil, con su jabalina emplumada. Para infortunio del promotor de dicha ocurrencia, la idea no prosperó dentro de la arraigada tradición cristiana.
El destino de los Reyes Magos.
Con el tiempo aparecieron sus cuerpos en Milán. ¿Cómo llegaron allí? fue la pregunta que todo mundo se hacia. Para contestarla, en el siglo XII empezó a circular la siguiente tradición:
A principios del siglo cuarto, la anciana madre del primer emperador cristiano, Santa Elena, después de hallar milagrosamente en la colina del Gólgota la Vera Cruz, se preocupó por asegurar a la veneración de los fieles también los despojos mortales de los Reyes Magos, los cuales hasta entonces habían permanecido dispersos, y los hizo trasladar de Persia a la ciudad que ya llevaba el nombre de su hijo, Constantino el Grande. En Constantinopla los huesos fueron puestos en un gigantesco sarcófago de granito, y permanecieron allí hasta el reinado del emperador Manuel, en tiempos de la Segunda Cruzada, en el siglo XII.
Medio siglo después, el obispo de Milán, San Eustorgio, religioso noble de origen helénico, visitó Constantinopla para que el emperador le permitiera aceptar su reciente nombramiento. El emperador le regalo los cuerpos de los tres reyes, y traslado las veneradas reliquias hasta la lejana sede de su diócesis. Para ello adquirió dos robustos bueyes y un carro, hizo cargar sobre éste el sarcófago y emprendió la marcha. Relata la leyenda que la misma estrella que siglos antes había señalado a los Reyes el camino de Belén, resplandecía en la ruta de San Eustorgio, y lo guió a todo lo largo del difícil camino. Pero al pasar por las ásperas montañas de los Balcanes, sucedió que un lobo hambriento asaltó y desgarró a uno de los dos bueyes. Para continuar su viaje, San Eustorgio domeño a la fiera insolente y la unció al yugo de su víctima. A fuerza de látigo, el lobo salvaje se transformó en lobo de tiro. Así San Eustorgio llega a Milán en el carro tirado por un buey y un lobo manso, cargado con los restos de Melchor, Gaspar y Baltasar, siendo recibido con júbilo por los milaneses. Esta leyenda fue tan aceptada en la Edad Media, que desde fines del siglo XII, fue tenida por hecho histórico irrefutable.
Las reliquias, colocadas en la iglesia de San Eustorgio, fueron uno de los más legítimos orgullos de los milaneses. Pero en 1162 Milán es saqueada y destruida por el emperador alemán Federico Barbarroja. Su consejero Reinaldo de Dassel, obispo de Colonia, no olvidaba, en medio de la contienda, los intereses de su diócesis, y pidió al emperador permiso de llevar a la ciudad renana las ilustres reliquias. Según otros relatos que han llegado hasta nosotros, las reliquias se encontraban en tres sarcófagos donde había tres cuerpos incorruptos, estos sarcófagos estaban rodeados por un círculo dorado, como indicando que no debían ser separados. Cuando Reinaldo se presentó en el templo de San Eustorgio para apoderarse de ellas, los sacerdotes le dijeron que el sarcófago contenía los restos de Dionisio, Rústico y Eleuterio, y que no sabían nada respecto a los nombrados Melchor, Gaspar y Baltasar. Reinaldo, escéptico, mandó que se levantara la pesada losa. Le esperaba una sorpresa aún más grande: la tumba estaba vacía.
Manos piadosas de milaneses habían extraído los huesos durante el sitio de los bárbaros, y los habían sepultado bajo la torre del campanario de la iglesia de San Giorgio al Palazzo. No se sabe a ciencia cierta como fue a parar Reinaldo al escondrijo donde descansaban los restos, lo cierto es que los Santos Reyes fueron localizados y emprendieron un nuevo viaje hacia 1164. Cruzaron los Alpes y siguieron el curso del Rin hasta Colonia. En la mismísima Colonia, las leyendas sobre los santos reyes continuaron. Según la tradición, cada calavera de rey conserva su inseparable corona. E incluso una crónica relata que un abad cisterciense de Castilla, Pedro de Gumiel de Hizán, al ser llevado ante la tumba de los Reyes Magos pudo escuchar el tocar de una flauta y los impacientes relinchos de unos caballos (?).
Simulación de la conjunción planetaria atribuible a la "Estrella de Belén".
Esta ciudad data del año 50 d.C. y fue mandada fundar por el emperador romano Claudio quien se dice la creó en honor de su mujer la emperatriz Agripina, madre de Nerón, de la cual otras fuentes refieren que allí había nacido. El emperador Claudio quería converti
Los Reyes Magos adoptados por la cristiandad.
Todo un enigma envuelve a los "sabios de oriente", lo que en la actualidad conocemos se debe más que nada a la leyenda o tradición mas que a los hechos reales. Las únicas referencias que se tienen sobre ellos provienen del Evangelio de San Mateo y de algunos Apócrifos, y en ninguno de ellos los califican de reyes. A decir verdad, en los textos originales la palabra "sabios" es derivada del griego "magoi" y el latín "magi". Dichas palabras parecen provenir a su vez de la palabra "magu", nombre dado a los sacerdotes persas en la religión zoroástrica. Durante muchos años se considero a los sacerdotes como depositarios de todo conocimiento importante. No solo las técnicas para propiciar a los dioses, sino el estudio de los cuerpos celestes y sus supuestas relaciones con los asuntos humanos, lo cual era muy tradicional en Babilonia. En otras palabras eran astrólogos-astrónomos. Los judíos, que siglos atrás habían sufrido el destierro en Babilonia, conocieron la categoría de "magos" de dichos sacerdotes, lo cual podría dar lugar a que San Mateo los denominara de dicha forma. Otras versiones en cambio los identifican como sacerdotes de Mitra, un dios solar con ciertas pautas de semejanza a Cristo. Lo cierto es nunca se les denomina en los textos como "reyes". En los primeros siglos del cristianismo la palabra "mago" se convirtió en "no grata" para los cristianos pues recordaba la confrontación de Simón el Mago con los jefes de la Iglesia. Simón el Mago había sido acusado de hechicería e incluso de dar origen al gnosticismo cristiano y a la herejía de los "simonianos" que duro dos siglos. Por lo mismo los "Magos de Oriente" fueron transformados por la tradición en "Reyes de Oriente" y al cabo de un tiempo en "Reyes Magos".
En un principio el número de los Magos fue indeterminado. En las pinturas de las catacumbas romanas fueron a veces dos, y otras cuatro. La Iglesia de Siria creyó que eran doce que prefiguraban los doce futuros apóstoles. Algunas tradiciones de la Iglesia Copta elevan el número hasta sesenta y citan los nombres de más de una docena de ellos. Finalmente en el siglo IV su número es fijado en tres por Origenes, un conocido escritor eclesiástico.
La leyenda dorada de los Reyes Magos nació en el siglo IV de nuestra era. Se encuentra en el "Opus imperfectum in Mattheum" redactado en latín por un escriba iraní cristiano. Sin embargo los investigadores mas versados en esta obra han dejado en manifiesto que este libro fue inspirado en el llamado "Libro de Set", redactado en el siglo III de nuestra era, en la región de Edessa. En la leyenda los reyes tienen cada uno un reino, y esperan una estrella en el cielo cuyo significado conocen perfectamente, eran religiosos y justos con sus pueblos. En el siglo II empieza la iconografía de los reyes magos. De vuelta a sus países, los Reyes vivieron piadosamente en la religión de Jesús en la cual supuestamente son instruidos por el apóstol Santo Tomás, abjuraron de sus prácticas paganas, hasta que, en el año 70, ya muy avanzados en años, sufrieron el martirio.
En el siglo V el Papa San León, habla de ellos como si hubieran existido realmente y fija su número en tres. En el siglo VI la iconografía les da a los magos una premeditada diferenciación en la edad: dos de ellos son representados con barba y el tercero si ella. En el siglo IX, hacia 845, en el "Liber Pontificalis" de Rávena aparecen nombrados como Bithisarea, Melichior y Gathaspa. El antes mencionado Beda El Venerable recoge los nombres y atributos de los Reyes Magos en uno de sus textos: "El primero de los Magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera cana y luenga barba... fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de tez morena ("fuscus" en latín) testimonió ofreciéndole mirra, que significaba que el hijo del hombre debía morir...". A raíz de este texto, los artistas empezaron a representar a los magos de acuerdo a determinadas edades. De esta manera los magos venían a simbolizar las tres edades del humano: 60, 40 y 20 años, tal y como lo expresa el "Catalogus Sanchtorum" de Petrus de Natatibus, del siglo XV.
Otro cambio importante fue el cambio de origen de Baltasar. Aunque Beda El Venerable ya lo mencionaba como de tez morena, durante mucho tiempo nadie imagino la existencia de un Rey Mago negro. Según la tradición, ellos eran originarios de Persia, por lo cual no podía existir un negro entre ellos. Sin embargo, a partir del siglo XIV, por influencia de la vocación ecuménica de los predicadores empezaron a dar un carácter de universal a los reyes magos. Desde entonces simbolizan las tres razas humanas admitidas en la antigüedad y prefiguradas por los tres hijos de Noé: Sem, Jafet y Cam, tal y como el Antiguo Testamento las define. Y también obviamente arranca la tradición de representar a los Reyes Magos montados sobre animales correspondientes a sus geografías: un caballo, un dromedario y un elefante, respectivamente. Una anécdota curiosa fue la ocurrida en el siglo XVI tras el descubrimiento de América. Al representar los Reyes Magos a todas las razas del planeta, algún devoto cristiano tuvo la idea de que el Nuevo Mundo se viera representado en el cortejo real. De esta forma en el retablo portugués de la Catedral de Viseu, Baltasar en lugar de ser un rey negro es representado como un pintoresco jefe indio de Brasil, con su jabalina emplumada. Para infortunio del promotor de dicha ocurrencia, la idea no prosperó dentro de la arraigada tradición cristiana.
El destino de los Reyes Magos.
Con el tiempo aparecieron sus cuerpos en Milán. ¿Cómo llegaron allí? fue la pregunta que todo mundo se hacia. Para contestarla, en el siglo XII empezó a circular la siguiente tradición:
A principios del siglo cuarto, la anciana madre del primer emperador cristiano, Santa Elena, después de hallar milagrosamente en la colina del Gólgota la Vera Cruz, se preocupó por asegurar a la veneración de los fieles también los despojos mortales de los Reyes Magos, los cuales hasta entonces habían permanecido dispersos, y los hizo trasladar de Persia a la ciudad que ya llevaba el nombre de su hijo, Constantino el Grande. En Constantinopla los huesos fueron puestos en un gigantesco sarcófago de granito, y permanecieron allí hasta el reinado del emperador Manuel, en tiempos de la Segunda Cruzada, en el siglo XII.
Medio siglo después, el obispo de Milán, San Eustorgio, religioso noble de origen helénico, visitó Constantinopla para que el emperador le permitiera aceptar su reciente nombramiento. El emperador le regalo los cuerpos de los tres reyes, y traslado las veneradas reliquias hasta la lejana sede de su diócesis. Para ello adquirió dos robustos bueyes y un carro, hizo cargar sobre éste el sarcófago y emprendió la marcha. Relata la leyenda que la misma estrella que siglos antes había señalado a los Reyes el camino de Belén, resplandecía en la ruta de San Eustorgio, y lo guió a todo lo largo del difícil camino. Pero al pasar por las ásperas montañas de los Balcanes, sucedió que un lobo hambriento asaltó y desgarró a uno de los dos bueyes. Para continuar su viaje, San Eustorgio domeño a la fiera insolente y la unció al yugo de su víctima. A fuerza de látigo, el lobo salvaje se transformó en lobo de tiro. Así San Eustorgio llega a Milán en el carro tirado por un buey y un lobo manso, cargado con los restos de Melchor, Gaspar y Baltasar, siendo recibido con júbilo por los milaneses. Esta leyenda fue tan aceptada en la Edad Media, que desde fines del siglo XII, fue tenida por hecho histórico irrefutable.
Las reliquias, colocadas en la iglesia de San Eustorgio, fueron uno de los más legítimos orgullos de los milaneses. Pero en 1162 Milán es saqueada y destruida por el emperador alemán Federico Barbarroja. Su consejero Reinaldo de Dassel, obispo de Colonia, no olvidaba, en medio de la contienda, los intereses de su diócesis, y pidió al emperador permiso de llevar a la ciudad renana las ilustres reliquias. Según otros relatos que han llegado hasta nosotros, las reliquias se encontraban en tres sarcófagos donde había tres cuerpos incorruptos, estos sarcófagos estaban rodeados por un círculo dorado, como indicando que no debían ser separados. Cuando Reinaldo se presentó en el templo de San Eustorgio para apoderarse de ellas, los sacerdotes le dijeron que el sarcófago contenía los restos de Dionisio, Rústico y Eleuterio, y que no sabían nada respecto a los nombrados Melchor, Gaspar y Baltasar. Reinaldo, escéptico, mandó que se levantara la pesada losa. Le esperaba una sorpresa aún más grande: la tumba estaba vacía.
Manos piadosas de milaneses habían extraído los huesos durante el sitio de los bárbaros, y los habían sepultado bajo la torre del campanario de la iglesia de San Giorgio al Palazzo. No se sabe a ciencia cierta como fue a parar Reinaldo al escondrijo donde descansaban los restos, lo cierto es que los Santos Reyes fueron localizados y emprendieron un nuevo viaje hacia 1164. Cruzaron los Alpes y siguieron el curso del Rin hasta Colonia. En la mismísima Colonia, las leyendas sobre los santos reyes continuaron. Según la tradición, cada calavera de rey conserva su inseparable corona. E incluso una crónica relata que un abad cisterciense de Castilla, Pedro de Gumiel de Hizán, al ser llevado ante la tumba de los Reyes Magos pudo escuchar el tocar de una flauta y los impacientes relinchos de unos caballos (?).
Simulación de la conjunción planetaria atribuible a la "Estrella de Belén".
Esta ciudad data del año 50 d.C. y fue mandada fundar por el emperador romano Claudio quien se dice la creó en honor de su mujer la emperatriz Agripina, madre de Nerón, de la cual otras fuentes refieren que allí había nacido. El emperador Claudio quería converti
Una vez intenté difundir la inexistencia de los reyes magos en la pizarra magica de un toy&aras (o como se escriba eso ) pero mi novia me regañó y borro el mensaje
#8 Pues si te reafirmas, entonces es que leí bien.
Luego te respondo.
A ver: si aquí hay niños, bueno es que se enteren de que los Reyes magos son los padres y que el rito está basado en una enorme y milenaria patraña.
Respecto de tu hipótesis. Pues vale, pero está contrastada la era piscis.
No parecía magos, sino que eran llamados magos los astrólogos. Y en cuanto me demuestres que una estrella se posó en Belén te doy un premio gordo gordo.
Hago el amor y no la guerra, pero joder, dices unas capulladas de vez en cuando que pa que.
¿Sabes que el Oráculo de Delfos en origen tenía como sacerdotisas bellísimas vírgenes pero que al ser violada una de ellas las cambiaron por cincuentonas feísimas?. Pues ya sabes, a joderse.
#9 Lo de los niños es un guiño a algo que hablamos en otra noticia tuya, pero ya veo que estás muy serio hoy.
No era una estrella, posiblemente era una nave de una civilización más avanzada que la nuestra, nos llevan visitando y observando desde hace milenios, sus huellas están por todo el mundo, y si uno quiere informarse de manera objetiva, puede hacerlo, pero claro, si eres objetivo, te señalan con el dedo como un loco, pero lo siento, aunque todo el mundo vea que el rey tiene unos ropajes preciosos, yo lo veo desnudo.
Y lo de joderse... ¡que chiquillería!, tenga usted amigos para esto.
#1 Sabía que lo harías. ¿No ves que pueden leerlo niños?.
Hay contradicciones respecto a la existencia de los reyes magos. Mi hipótesis es que la estrella de Belén no fue una conjunción Júpiter/Saturno porque no sirve para guiarte a un lugar concreto, los reyes eran gente de una civilización más avanzada, de ahí que parecían mágicos, y la estrella de Belén se posó en el lugar de nacimiento de quien aún está revolucionando la Tierra a través del amor.
Haz el amor y no la guerra.
Comentarios
Un poco más:
Los Reyes Magos adoptados por la cristiandad.
Todo un enigma envuelve a los "sabios de oriente", lo que en la actualidad conocemos se debe más que nada a la leyenda o tradición mas que a los hechos reales. Las únicas referencias que se tienen sobre ellos provienen del Evangelio de San Mateo y de algunos Apócrifos, y en ninguno de ellos los califican de reyes. A decir verdad, en los textos originales la palabra "sabios" es derivada del griego "magoi" y el latín "magi". Dichas palabras parecen provenir a su vez de la palabra "magu", nombre dado a los sacerdotes persas en la religión zoroástrica. Durante muchos años se considero a los sacerdotes como depositarios de todo conocimiento importante. No solo las técnicas para propiciar a los dioses, sino el estudio de los cuerpos celestes y sus supuestas relaciones con los asuntos humanos, lo cual era muy tradicional en Babilonia. En otras palabras eran astrólogos-astrónomos. Los judíos, que siglos atrás habían sufrido el destierro en Babilonia, conocieron la categoría de "magos" de dichos sacerdotes, lo cual podría dar lugar a que San Mateo los denominara de dicha forma. Otras versiones en cambio los identifican como sacerdotes de Mitra, un dios solar con ciertas pautas de semejanza a Cristo. Lo cierto es nunca se les denomina en los textos como "reyes". En los primeros siglos del cristianismo la palabra "mago" se convirtió en "no grata" para los cristianos pues recordaba la confrontación de Simón el Mago con los jefes de la Iglesia. Simón el Mago había sido acusado de hechicería e incluso de dar origen al gnosticismo cristiano y a la herejía de los "simonianos" que duro dos siglos. Por lo mismo los "Magos de Oriente" fueron transformados por la tradición en "Reyes de Oriente" y al cabo de un tiempo en "Reyes Magos".
En un principio el número de los Magos fue indeterminado. En las pinturas de las catacumbas romanas fueron a veces dos, y otras cuatro. La Iglesia de Siria creyó que eran doce que prefiguraban los doce futuros apóstoles. Algunas tradiciones de la Iglesia Copta elevan el número hasta sesenta y citan los nombres de más de una docena de ellos. Finalmente en el siglo IV su número es fijado en tres por Origenes, un conocido escritor eclesiástico.
La leyenda dorada de los Reyes Magos nació en el siglo IV de nuestra era. Se encuentra en el "Opus imperfectum in Mattheum" redactado en latín por un escriba iraní cristiano. Sin embargo los investigadores mas versados en esta obra han dejado en manifiesto que este libro fue inspirado en el llamado "Libro de Set", redactado en el siglo III de nuestra era, en la región de Edessa. En la leyenda los reyes tienen cada uno un reino, y esperan una estrella en el cielo cuyo significado conocen perfectamente, eran religiosos y justos con sus pueblos. En el siglo II empieza la iconografía de los reyes magos. De vuelta a sus países, los Reyes vivieron piadosamente en la religión de Jesús en la cual supuestamente son instruidos por el apóstol Santo Tomás, abjuraron de sus prácticas paganas, hasta que, en el año 70, ya muy avanzados en años, sufrieron el martirio.
En el siglo V el Papa San León, habla de ellos como si hubieran existido realmente y fija su número en tres. En el siglo VI la iconografía les da a los magos una premeditada diferenciación en la edad: dos de ellos son representados con barba y el tercero si ella. En el siglo IX, hacia 845, en el "Liber Pontificalis" de Rávena aparecen nombrados como Bithisarea, Melichior y Gathaspa. El antes mencionado Beda El Venerable recoge los nombres y atributos de los Reyes Magos en uno de sus textos: "El primero de los Magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera cana y luenga barba... fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de tez morena ("fuscus" en latín) testimonió ofreciéndole mirra, que significaba que el hijo del hombre debía morir...". A raíz de este texto, los artistas empezaron a representar a los magos de acuerdo a determinadas edades. De esta manera los magos venían a simbolizar las tres edades del humano: 60, 40 y 20 años, tal y como lo expresa el "Catalogus Sanchtorum" de Petrus de Natatibus, del siglo XV.
Otro cambio importante fue el cambio de origen de Baltasar. Aunque Beda El Venerable ya lo mencionaba como de tez morena, durante mucho tiempo nadie imagino la existencia de un Rey Mago negro. Según la tradición, ellos eran originarios de Persia, por lo cual no podía existir un negro entre ellos. Sin embargo, a partir del siglo XIV, por influencia de la vocación ecuménica de los predicadores empezaron a dar un carácter de universal a los reyes magos. Desde entonces simbolizan las tres razas humanas admitidas en la antigüedad y prefiguradas por los tres hijos de Noé: Sem, Jafet y Cam, tal y como el Antiguo Testamento las define. Y también obviamente arranca la tradición de representar a los Reyes Magos montados sobre animales correspondientes a sus geografías: un caballo, un dromedario y un elefante, respectivamente. Una anécdota curiosa fue la ocurrida en el siglo XVI tras el descubrimiento de América. Al representar los Reyes Magos a todas las razas del planeta, algún devoto cristiano tuvo la idea de que el Nuevo Mundo se viera representado en el cortejo real. De esta forma en el retablo portugués de la Catedral de Viseu, Baltasar en lugar de ser un rey negro es representado como un pintoresco jefe indio de Brasil, con su jabalina emplumada. Para infortunio del promotor de dicha ocurrencia, la idea no prosperó dentro de la arraigada tradición cristiana.
El destino de los Reyes Magos.
Con el tiempo aparecieron sus cuerpos en Milán. ¿Cómo llegaron allí? fue la pregunta que todo mundo se hacia. Para contestarla, en el siglo XII empezó a circular la siguiente tradición:
A principios del siglo cuarto, la anciana madre del primer emperador cristiano, Santa Elena, después de hallar milagrosamente en la colina del Gólgota la Vera Cruz, se preocupó por asegurar a la veneración de los fieles también los despojos mortales de los Reyes Magos, los cuales hasta entonces habían permanecido dispersos, y los hizo trasladar de Persia a la ciudad que ya llevaba el nombre de su hijo, Constantino el Grande. En Constantinopla los huesos fueron puestos en un gigantesco sarcófago de granito, y permanecieron allí hasta el reinado del emperador Manuel, en tiempos de la Segunda Cruzada, en el siglo XII.
Medio siglo después, el obispo de Milán, San Eustorgio, religioso noble de origen helénico, visitó Constantinopla para que el emperador le permitiera aceptar su reciente nombramiento. El emperador le regalo los cuerpos de los tres reyes, y traslado las veneradas reliquias hasta la lejana sede de su diócesis. Para ello adquirió dos robustos bueyes y un carro, hizo cargar sobre éste el sarcófago y emprendió la marcha. Relata la leyenda que la misma estrella que siglos antes había señalado a los Reyes el camino de Belén, resplandecía en la ruta de San Eustorgio, y lo guió a todo lo largo del difícil camino. Pero al pasar por las ásperas montañas de los Balcanes, sucedió que un lobo hambriento asaltó y desgarró a uno de los dos bueyes. Para continuar su viaje, San Eustorgio domeño a la fiera insolente y la unció al yugo de su víctima. A fuerza de látigo, el lobo salvaje se transformó en lobo de tiro. Así San Eustorgio llega a Milán en el carro tirado por un buey y un lobo manso, cargado con los restos de Melchor, Gaspar y Baltasar, siendo recibido con júbilo por los milaneses. Esta leyenda fue tan aceptada en la Edad Media, que desde fines del siglo XII, fue tenida por hecho histórico irrefutable.
Las reliquias, colocadas en la iglesia de San Eustorgio, fueron uno de los más legítimos orgullos de los milaneses. Pero en 1162 Milán es saqueada y destruida por el emperador alemán Federico Barbarroja. Su consejero Reinaldo de Dassel, obispo de Colonia, no olvidaba, en medio de la contienda, los intereses de su diócesis, y pidió al emperador permiso de llevar a la ciudad renana las ilustres reliquias. Según otros relatos que han llegado hasta nosotros, las reliquias se encontraban en tres sarcófagos donde había tres cuerpos incorruptos, estos sarcófagos estaban rodeados por un círculo dorado, como indicando que no debían ser separados. Cuando Reinaldo se presentó en el templo de San Eustorgio para apoderarse de ellas, los sacerdotes le dijeron que el sarcófago contenía los restos de Dionisio, Rústico y Eleuterio, y que no sabían nada respecto a los nombrados Melchor, Gaspar y Baltasar. Reinaldo, escéptico, mandó que se levantara la pesada losa. Le esperaba una sorpresa aún más grande: la tumba estaba vacía.
Manos piadosas de milaneses habían extraído los huesos durante el sitio de los bárbaros, y los habían sepultado bajo la torre del campanario de la iglesia de San Giorgio al Palazzo. No se sabe a ciencia cierta como fue a parar Reinaldo al escondrijo donde descansaban los restos, lo cierto es que los Santos Reyes fueron localizados y emprendieron un nuevo viaje hacia 1164. Cruzaron los Alpes y siguieron el curso del Rin hasta Colonia. En la mismísima Colonia, las leyendas sobre los santos reyes continuaron. Según la tradición, cada calavera de rey conserva su inseparable corona. E incluso una crónica relata que un abad cisterciense de Castilla, Pedro de Gumiel de Hizán, al ser llevado ante la tumba de los Reyes Magos pudo escuchar el tocar de una flauta y los impacientes relinchos de unos caballos (?).
Simulación de la conjunción planetaria atribuible a la "Estrella de Belén".
Esta ciudad data del año 50 d.C. y fue mandada fundar por el emperador romano Claudio quien se dice la creó en honor de su mujer la emperatriz Agripina, madre de Nerón, de la cual otras fuentes refieren que allí había nacido. El emperador Claudio quería converti
Una vez intenté difundir la inexistencia de los reyes magos en la pizarra magica de un toy&aras (o como se escriba eso ) pero mi novia me regañó y borro el mensaje
#2 y me he cortao, conste.
¿Un poco más dices?
Aquí teneis más sobre el relicario que "guarda los restos de los tres reyes Magos" http://es.wikipedia.org/wiki/Relicario_de_los_Tres_Reyes_Magos
#6 ¿como?
#8 Pues si te reafirmas, entonces es que leí bien.
Luego te respondo.
A ver: si aquí hay niños, bueno es que se enteren de que los Reyes magos son los padres y que el rito está basado en una enorme y milenaria patraña.
Respecto de tu hipótesis. Pues vale, pero está contrastada la era piscis.
No parecía magos, sino que eran llamados magos los astrólogos. Y en cuanto me demuestres que una estrella se posó en Belén te doy un premio gordo gordo.
Hago el amor y no la guerra, pero joder, dices unas capulladas de vez en cuando que pa que.
¿Sabes que el Oráculo de Delfos en origen tenía como sacerdotisas bellísimas vírgenes pero que al ser violada una de ellas las cambiaron por cincuentonas feísimas?. Pues ya sabes, a joderse.
#7 Como lo estás leyendo.
#9 Lo de los niños es un guiño a algo que hablamos en otra noticia tuya, pero ya veo que estás muy serio hoy.
No era una estrella, posiblemente era una nave de una civilización más avanzada que la nuestra, nos llevan visitando y observando desde hace milenios, sus huellas están por todo el mundo, y si uno quiere informarse de manera objetiva, puede hacerlo, pero claro, si eres objetivo, te señalan con el dedo como un loco, pero lo siento, aunque todo el mundo vea que el rey tiene unos ropajes preciosos, yo lo veo desnudo.
Y lo de joderse... ¡que chiquillería!, tenga usted amigos para esto.
#1 Sabía que lo harías. ¿No ves que pueden leerlo niños?.
Hay contradicciones respecto a la existencia de los reyes magos. Mi hipótesis es que la estrella de Belén no fue una conjunción Júpiter/Saturno porque no sirve para guiarte a un lugar concreto, los reyes eran gente de una civilización más avanzada, de ahí que parecían mágicos, y la estrella de Belén se posó en el lugar de nacimiento de quien aún está revolucionando la Tierra a través del amor.
Haz el amor y no la guerra.