La vida no tiene sentido, pero eso no me produce ningún problema.
Esta frase arriba remarcada bien podría ser atribuida a cualquiera de los miembros de esa masa creciente de ateos cientificistas que, habiendo ya hace años matado intelectualmente a "Dios", hacen frente al nihilismo resultante con esta postura mitad estoicidad, mitad ignorancia existencialista. Una desafiante actitud optimista que ni el mismísimo Nietzsche habría esperado realmente ver algún día: "Muertos están todos los dioses, ahora queremos que viva el superhombre" (Así habló Zaratustra). Y no estaría mal que tanta gente se creyera al nivel de ese inefable superhombre capaz de todo aún a pesar de estar inmerso en un enorme sinsentido universal...si no fuese por un detalle: que el mundo permite en sí (tiene el potencial) para posibilitar la evolución y existencia de seres conscientes. Y este hecho marca una gran diferencia ante la optimista pose del cientificista y coloca su actitud en terreno fanganoso e incongruente:
La vida (concepto muy humano), es un horror en tanto en cuanto somos conscientes del propio nihil inmanente. Y es que es complicado entender cómo no entienden todas estas personas, tan intelectuales por otra parte, con repugnancia el hecho empírico que nos demuestra que somos meras marionetas evolutivas dentro de un sinsentido cósmico que no lleva a ninguna parte (fuera del mandamiento físico natural de devorar gradientes a la máxima velocidad posible), y que estamos también condenados a desaparecer (como sujetos y como especie) de nuevo en la nada tras unos pocos eones (o décadas, que para el caso es lo mismo)!
Sería realmente complicado entender este optimismo reinante si no fuera por el hecho de que todos estamos cegados por el irracional sesgo evolutivo del optimismo del que nos habla entre otros la neurocientífica Tali Sharot. Ese velo cognitivo que nos aparta de nuestra vista la cantidad de realidad necesaria como para poder continuar con nuestro día a día como si tal cosa.
Thomas Ligotti dice con mucho acierto: "Ser alguien es muy duro, pero ser nadie [marionetas] está fuera de la cuestión. Debemos ser felices, DEBEMOS imaginar que Sísifo era feliz, debemos creer porque creer es absurdo. Día tras día, en todos los aspectos, nos va mejor y mejor. Ilusiones positivas para personas positivas.[...]".
Y es que realmente somos como marionetas (máquinas replicantes) evolutivamente obligadas a estar alegres y ser positivas trabajando para un sinsentido cósmico termodinámico, dentro de un universo desde el inicio condenado a su futura aniquilación total (con su Big Rip o "muerte" térmica aseguradas). A la vista de esta visión y de que el 99% de las personas son tan ilusamente (incluso irracionalmente) optimistas: ¡qué bien se las tuvo que ingeniar el proceso evolutivo con el desarrollo del género homo durante millones de años para que no se auto-aniquilara horrorizado ante su propio ser! Como dijo Zapffe : "[...] ¿Por qué entonces la humanidad no se extinguió hace mucho tiempo, durante las grandes epidemias de locura? ¿Por qué sucumbe tan sólo un muy reducido número de individuos al no poder resistir la tensión de la vida -[a causa de que] el conocimiento les aporta más de lo que pueden sobrellevar? La historia de la cultura, así como la observación de nosotros mismos y de los otros, permite [dar] la siguiente respuesta: la mayor parte de la gente aprende a salvarse limitando artificialmente el contenido de su conciencia."
Yo veo en cientificista moderno este tipo de autolimitación artificial (un mirar hacia otra parte mientras sigue saltando como el resto de marionetas de un lado para otro).
Pero como dijo Shakespeare:
"Life's but a walking shadow, a poor player,
That struts and frets his hour upon the stage,
And then is heard no more. It is a tale
Told by an idiot, full of sound and fury,
Signifying nothing." (Macbeth)
Sí, señor. Magistral obra y magistrales palabras de este genio de la literatura: somos unos pobres idiotas que nos llevamos toda nuestra leve e insulsa vida pataleando, peleando, trabajando, y esforzándonos en el fondo simplemente por consumir energía (generar entropía de la manera más eficiente posible: origen éste de toda disputa geopolítica...y también personal); pero que además nos vemos obligados a contarnos a nosotros mismos una historia feliz (incompleta y autolimitada) para no acabar colgados de una cuerda debido a la cruel realidad de toda esta "nadería" universal.
A unos les da por vivir en la absoluta ignorancia de la realidad cuáles perros lamiéndose las brevas al Sol (analfabetismo existencial), a otros les da por buscar esa socorrida y especulativa salvación trascendental y mística (que si el alma, que si el espíritu, que si Jesucristo, Buda, que si panteísmo, que si el tecno optimismo que dice que con el tiempo seremos semidioses: Punto Omega, que si el Tao, etc), y luego están los que comprenden (cientificista) pero también aceptan la absurda realidad (los que se imaginan por narices a Sísifo feliz a pesar de la incoherencia: "La vida no tiene sentido, pero eso no me produce ningún problema").
Pero en el fondo no hay tanta diferencia entre estos tres grupos de personas. Simplemente se trata de diferentes fórmulas (estrategias) con las que escapar del horror consciente que de otro modo nos llevaría a la locura. A la naturaleza cualquier cosa le vale con tal de continuemos con el ciclo termodinámico: "Tú cree lo que te dé la gana -dice "Gaia"- pero ve a trabajar cada día y genera y consume recursos todo lo que puedas antes de caer reventado en esa tumba abierta que al final te espera".
Y así vamos todos, cada marioneta con sus cuentos e historias, pero siempre disipando energía con cada aliento...y viendo como el cronómetro va llegando a cero. Y debemos creer: "Día tras día, en todos los aspectos, nos va mejor y mejor. Ilusiones positivas para personas positivas."
Pero que no se os olvide:
"Respaldados por nuestros progenitores y el mundo, nunca juzgaremos que esta vida es MALIGNAMENTE INÚTIL. Casi nadie declara que una maldición ancestral nos contamina en el útero y envenena nuestra existencia."
Casi nadie va a declarar que su existencia es herencia de una maldición ancestral (el verdadero pecado original), pero pensadlo fríamente a la luz de los hechos (aunque sea por un segundo antes de volver al trabajo o de continuar con vuestro consumo diario de gradientes energéticos -ese bocadillo-): ¡es que es cierto! ¡La vida consciente (la aparición del "yo") es una abominación natural malignamente inútil (en lo relativo a ese soma desechable que todos constituimos)!
Máquinas replicantes (marionetas) eficientes generadoras de entropía que son conscientes de la necedad del "fin" evolutivo (termodinámico) que las ata y mueve cada segundo de sus vidas mientras inventan por el camino historias con la que ser positivas (dentro de esa horrorosa esclavitud existencial) reforzando así incluso con más vehemencia la destrucción de gradientes energéticos. Y si este auto-refuerzo cognitivo impuesto (sesgo evolutivo del optimismo) no es una "maquinación" natural maligna no sé qué puede serlo.
El mundo es en esencia indiferente al fenómeno (a todo él), pero es que además se vale de cualquier medio (fenoménico) para sus "fines" naturales: ¡incluso dotar de razón y conciencia a un ser para maximizar el aumento entrópico, pero al cual al mismo tiempo le debe programar evolutivamente en el cerebro unos necesarios sesgos hacia el optimismo para que no se aniquile y para que prospere frente a todo sufrimiento y dolor! Y esto cuadra bastante bien con el concepto de "malignidad". Nuestra existencia es así mucho que nos pese un germen de una esencia maligna de base, herencia de una maldición ancestral (transmitida por nuestros progenitores).
Pero insisto, son tan fuertes los hilos naturales (instintivos) que nos mueven que, si hoy mismo apareciese un indiscutible mensaje en el cielo que dijese con enormes letras gigantescas y parpadeantes: "Humanos míos, soy Dios y quiero que sepáis que estoy utilizando vuestro esfuerzo simplemente para conseguir calentarme utilizando una Caldera trascendental que escapa a vuestra capacidad experimental y de comprensión"...muy probablemente poco cambiaría en el planeta: todos seguiríamos con nuestras vidas y continuaríamos inevitablemente luchando por "calentar" a ese indeseable y egoísta "Dios". Y es que en el fondo sólo somos seres humanos con muchos aires de grandeza ("superhombres" de pacotilla).
Comentarios
Aceptemos que el mayor mérito de la ciencia a la verdad fuera haber “objetivado la nada”, primero mediante el nihilismo puro de la matemática, capaz de reducir todo el ser a vacías y frías formulas , y luego mediante la física y química representada en esa segunda ley termodinámica, que ya nos augura ese inevitable colapso entrópico.
De la llegada a este “océano del desorden de lo mismo” algunos concluyen o como poco dan por cierta la posibilidad de que el “sino” de nuestra existencia nace perverso y tiende al mal: a la existencia de un inevitable final que hará desaparecer, no sólo a nosotros sino también a ese “todo cognoscible”, sea objeto, fenómeno o pensamiento, se le atribuye un sentido “del mal” (pues entienden que “lo bueno” debería ser un futuro diferente a este, y encuentran en que hayamos sido conscientes de este final una original maldición). Así la dirección de la segunda ley de la termodinámica, aquélla que apunta a la degradación de “la energía” se la adjetiviza como “maligna” y por tanto se dota al tiempo mismo de “un sentido maligno”. Que sea esto los designios de “lo trascendente”, que sea esto “la propia muerte de lo trascendente”, divide a aquellos que adjetivaron el tiempo de esa manera en diferentes “escuelas” del pesimismo: pesimismo teológico, pesimismo religioso son algunas de estas aproximaciones.
Hablemos así de los “Nuevos Cátaros”. Porque los viejos, allá por los siglos XI o XII creían en el “docetismo”: que no era posible que un Dios bueno (véase en esto lo “trascendente” de su pensamiento) hubiese tomado forma material, ya que todos los objetos materiales, culpables en última instancia de los actos malévolos, estaban contaminados por el pecado. Y si rechazaban así el “Nuevo Evangelio”, de igual manera lo hacían con el “Viejo”: creían que el Dios cristiano, que no es otra cosa que la forma de lo trascendente, era realmente el Diablo que había creado este mundo malvado: “vengativo”, “sangriento”, “sin misericordia”, “motivador de guerras”...
Si los originales Cátaros encontraban en la realidad material un mal del que no se podía escapar, los “Nuevos Cátaros” no hacen cosa muy distinta, tanto es así que de “una ley de la física” como la termodinámica, hacen sentido trascendente o divino: los designios de nuestro dios maligno resultan en arrebatar a nuestra vida misma el sentido (al menos “nuestro sentido”), encaminando todo lo conocido a la más absoluta entropía mientras nos hace cómplices y culpables de este hacer y final, como implacables “devoradores de gradientes” que somos y seremos (permítanme tomar esta descripción del artículo original). Y encima, como muestra de la más absoluta de las maldades, nos hacen conscientes de esto.
Y aquí este humilde que escribe quisiera preguntar a algún “Nuevo Cátaro”: ¿Y qué pasa con el alma?, porque si le exigimos al “ateo alegre” que acepte la posibilidad de una trascendencia maligna, si le pedimos aceptar como posibilidad la ”representación inmanente de un acto Maligno trascendental”, de igual manera deberíamos nosotros, los pesimistas, aceptar la posibilidad de la existencia de un alma trascendental, ¿y qué relación debe tener esta con lo físico y con las leyes de la termodinámica?, ¿acaso el alma debe seguir el mismo camino que la materia?... Y si por otro lado pensamos que el alma y todos esos misticismos trascendentales no son más que especulaciones que a algunos les sirven para buscar la salvación, ¿porqué el ateo debe aceptar la “trascendencia maligna” en este de devenir del tiempo y “la maldición de la semilla de la consciencia”?.
Si el “ateo alegre” es un inocente que decidió mirar para otro lado al descubrir el horror que la ciencia nos pone delante, debemos también afirmar que el “pesimista” será un incauto al haber apostado sus cartas a que el todo va de la mano de lo físico... Debemos entonces dotar de todo su sentido a esa frase de Zapffe cuando dice: “la mayor parte de la gente aprende a salvarse limitando artificialmente el contenido de su conciencia.”, pero mostrando toda la enorme magnitud de esa afirmación: que el “pesimista” no deja de haber escondido también en su adentro el mayor y más cierto de los espantos: qué el futuro es inalcanzable para nuestra consciencia, que ni el pesimismo ni el optimismo nos han sido permitidos. Este es el verdadero horror, vagar durante toda nuestra existencia sin ser capaces jamás de agarrarnos aunque fuera a un hilo de certeza. Pues al fin y al cabo, si supiéramos que “todo” se reducirá a un final entrópico alguno podría incluso disfrutar del pensar en ese maravilloso final:
“Es un momento inigualable. Un extinguirse lento y majestuoso, dulce y sin estremecimientos. Casi tan bello como un crepúsculo cantado en un viejo Lied [...]” (Sgalambro, “La conoscenza del peggio”, 2007).
Gracias...
Que grado de inseguridad...diosss
Yo creo en la necesidad de la gente de creer en dios. Es natural.
Pero de ahí a convertir la necesidad en virtud, no lo entiendo.
#0 Yo lo que no entiendo es por qué llamas malignas a las leyes que rigen nuestra existencia y optimistas o alegres a los que simplemente se dejan llevar por la inercia vital.
¿Qué tiene de malo lo uno y de optimistas los otros?
¿Por qué el hecho de que no haya un propósito, o este sea el que dices, sería maligno?
¿Por qué sería optimista aceptar ese propósito o falta de él, y simplemente vivir?
Buen articulo, supongo que habrás leido la ultima pregunta, y su no es un cuento corto que habla sobre si hay solución a la entropia del universo.
Esto que cuentas ya se hablo de ello en el mito (los exaltados que lean bien lo de mito) de Adan y Eva. En ese relato describe como el ser humano adquiere la posibilidad de diferenciar el bien del mal (parte basica de la consciencia) al tomar el fruto del arbol del conocimiento engañado por el demonio (recordemos que demonio viene de daimon que es genio). Una vez que adquieren el conocimiento se les expulsa del paraiso (donde pertenecen el resto de animales) y son ellos por su propio esfuerzo los que tienen que seguir adelante. Aquí ocurren dos cosas, una la necesidad humana de volver a lo animal (paraiso) pero que debido al conocimiento no podemos volver ahí. Otra es que adan y eva se tapan el cuerpo al verse desnudos, creo que eso es un simbologia de entender que tienen enfrente a un ser tan complejo como el mismo y eso produce verguenza ya que somos concientes de nuestra existencia, su existencia y que la otra persona le ocurre lo mismo.
Las tres vías que hablas es lo lógico pero debido a mi educacion cientifica solo puedo creer en lo demostrable. El resto son teorias pero no creibles. Por supuesto la vida no tiene sentido pero me gusta CREER ( somos individuos concientes que forman parte de un colectivo consciente) que somos cada individuo el que la dota, y dota al resto, de definicion a su propia existencia. Un libro en el cual cada uno escribe su historia y qur cuando todo acabe caera en el olvido.
Somos ateos alegres porque más que negar a Dios, le hemos ganado.