Ese es el concepto clave: convivir con el virus. Es inútil seguir discutiendo si debe ir antes la salud o la economía, o cuándo saldrá la luz la vacuna y quienes deben tener acceso prioritario a ella.
No va a haber milagros. No se van a acortar los tiempos. No van a desaparecer la enfermedad ni la necesidad de trabajar, ni el deseo de divertirse, ni la voluntad de compartir la vida con los seres queridos.
Los que no quieren morir al contado no pueden imponer al resto una muerte a plazos. Y tampoco es aceptable lo contrario.
Hay que aprender a convivir con la pandemia. Medir y aceptar riesgos. Medir y aceptar sacrificios. Aprender a caminar junto al acantilado y superar el vértigo.
Porque no habrá atajos ni milagros, porque habrá rebrotes y nuevas oleadas, porque tantas consecuencias tiene encerrarse como no hacerlo y el temor puede, por muchos motivos, ser más letal que el propio virus.
En cualquier guerra, el porcentaje de bajas siempre es mayor entre los desertores que entre los combatientes. Cualquier historiador lo sabe.
Porque el miedo es libre, sí, pero no es gratis.
Comentarios
Queremos convivir con el virus poniendo nosotros las condiciones y eso no funciona así. Tengo un retrete para no morirme de cólera o de malaria, y no voy a volver a cagar en un agujero como antaño por que me apetezca. No podemos convivir con el virus cómo queremos los Españoles, la nueva normalidad, o como quieran llamarle, no consiste en seguir igual que antes pero con una mascarilla puesta, así no se convive con el virus.
#1 De acuerdo, pero esperar acqye se vaya tampoco es una solución
Es fácil medir y aceptar sacrificios cuando tienes menos de 40 años y no estás en situación de riesgo.
Aceptas sacrificar a tu vecino, a tus padres y al panadero, aceptas hacerlo sabiendo que las posibilidades de que te toquen rondan a 0.
Si este virus se trincara a toda la franja demográfica por igual, habría mucha gente que aceptaría menos riesgos.
Hay que aprender a convivir con la pandemia. Medir y aceptar riesgos. Medir y aceptar sacrificios. Aprender a caminar junto al acantilado y superar el vértigo.
El problema es que muchas veces no eliges tú. No eliges si tu vecino se ha ido a un bautizo a otra comunidad o las condiciones de trabajo que impone tu empresa. Al final la "responsabilidad individual" es una quimera o un "sálvese quien pueda".
#2 cuando vas andando pir la calle tampoco sabes cuantas copas lleva el conductor que viene de frente, o si va hablando por el móvil.
O si el vecino de arriba cierra el gas.
Los demás siempre añaden riesgos.
#5 Para eso está la normativa vial, tú puedes conducir a donde quieras pero siguiendo las normas.
#7 de eso va. Pongamos normas pero sabiendo que el ruesgo está ahí
Pero es como es y con esas cartas jugamos.
No es hora ya de abandonar el voluntarismo?